De vuelta a la seguridad de Hogwarts, Harry entra en la etapa de negación. Sabe con sus sentidos que lo que ha pasado ha sido real, pero se niega a moverse ni a abrir los ojos, pues eso significaría tener que afrontarlo. No por ello deja de avisar a Dumbledore del retorno de Voldemort cuando le ve, sabe que es importante y eso supera cualquier dolor.
Pero antes de que pueda hacer nada, Barty se lo lleva a su despacho a espaldas de Dumbledore. Sabe que sospechará de que se lleve a Harry en tales circunstancias, pero ahora que su misión ya se ha cumplido ha abandonado toda precaución. No esperaba que Harry volviese, y está ansioso por saber si Voldemort ha podido volver o si algo ha salido mal.
Para su alivio, su maestro ha logrado su propósito, y ahora Barty se ve en la tesitura de matar al chico al que ha estado protegiendo todo el curso. Por supuesto, no va a dudar en hacerlo, pero primero decide sacarle todo lo que sepa, pues quiere saber si perdonó a los mortífagos que le traicionaron y si reconoció que él era su sirviente más leal, su mayor deseo. Se nota su ansia.
Como es lógico, Harry está totalmente confundido ante esas preguntas, así que Barty decide contarle que él es el mortífago infiltrado en Hogwarts, aunque sin desvelar que no es Moody. Si no contó esa parte para hacerle sufrir un poco más o simplemente no se acordó no está claro, pero lo que sí queda patente es el shock y la incredulidad del chico (y del lector) al saber que Moody, el mejor cazador de magos tenebrosos, al parecer es y siempre fue un fiel seguidor de Voldemort. Es completamente absurdo, y el lector se siente en consonancia con Harry en ese momento.
Por suerte, Dumbledore, que ya ha deducido lo que estaba pasando, entra a la fuerza y noquea a Barty, desvelando su identidad, que no es menos sorprendente que la posibilidad de que Moody sea un mortífago: Barty Crouch hijo, que hasta el momento parecía un joven que se dejó llevar por las malas compañías y que sufrió por la cruel severidad de su padre hasta morir en prisión, resulta ser un mortífago convencido, dando credo a los motivos de su padre para encarcelarlo.
Su confesión, provocada por el suero de la verdad y acompañada de los ruegos de la pobre Winky, es muy reveladora. No voy a recapitular todas las revelaciones, prácticamente todas las hemos ido viendo en tiempo real a lo largo del libro. Lo que me interesa es el tono.
Barty habla de todo lo que ha estado haciendo de una forma muy impersonal, quizás como efecto de la poción, pero recalca lo poco que le importan las personas a las que ha hecho daño. Cuando habla de Voldemort, se destila algo de emoción, pero hablar de la muerte de sus padres no provoca nada semejante. En el original inglés Barty habla esta parte en frases cortas, sin apenas comas, aumentando la sensación de desapego. Por otro lado, los comentarios de Winky y sus súplicas de que no siga contrastan con el resto de la narración, un desesperado intento de evitar lo inevitable.
Ahora ya lo sabemos todo, y Harry puede al fin descansar un poco; pero aún debe relatar lo sucedido, y Sirius les espera en el despacho de Dumbledore. Con todo lo que está pasando, su presencia será sin duda consoladora.
Observaciones y curiosidades:
- En la traducción, se dice que Snape mira por el despacho furibundo tras ver su reflejo en el reflector de enemigos, pero en el original es su reflejo el que mira por el despacho.
- En el original, Barty hechizó los cubos de basura de Moody para que se movieran solos y explicar el altercado; en el original dice simplemente que los cambió de sitio.
- La capa invisible de Moody, de la que Barty hizo uso, no es como la de Harry, que es eterna, sino que está hecha de pelo de demiguise, y se va haciendo visible con el tiempo.
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