Teniendo en cuenta que El prisionero de Akaban tiene como temática la oscuridad y los medios para vencerla, es fácil darse cuenta de que a lo largo de los capítulos se han ido sucediendo contrastes entre digamos la luz y la oscuridad; en un momento dado todo iba bien, para que inmediatamente surgiera un nuevo contratiempo, que una vez superado daba lugar a un nuevo momento de paz que se verá interrumpido por más desgracias. Es una constante vital que también se puede apreciar en el mundo real, y este capítulo la refleja estupendamente.
Al principio todo está bien: Peter se ha visto forzado a reconocer su culpa y ha sido capturado, Snape está inconsciente y no puede dar la lata, y Sirius saborea la posibilidad de ser libre para poder estar con Harry (no olvidemos que su plan inicial era matar al traidor y mantenerse a la fuga; claramente lo ocurrido en la cabaña le ha hecho cambiar de actitud, quizás comprobar cuánto se parece Harry a su padre y la altura moral que ha demostrado al salvarle la vida a Colagusano).
Desde luego, la propuesta de Sirius a Harry de vivir con él sale un poco de la nada, y es evidente que no esperaba que su ahijado la aceptase (está claro que no conoce a los Dursley; si Harry se fue con Hagrid cuando apenas le conocía no es de extrañar que no dude en hacer lo mismo aquí). Todos sabemos que Harry está con los sus tíos porque la presencia de Petunia le protege de Voldemort, así que este acuerdo no iba a llegar a ninguna parte pasara lo que pasara. Pero eso no es lo importante, sino lo que le pasa por la cabeza a Harry mientras saborea la posibilidad.
Después del carrusel de emociones que ha vivido en la cabaña Harry está en un momento de cierta euforia, pues ha superado su sed de venganza, ha visto merecida su fe en el profesor Lupin y ha ganado una figura paternal, que espera que le saque de su terrible vida con los Dursley. Incluso con las desgracias que se van sucediendo, no pierde las esperanzas que con tanto sufrimiento se ha ganado.
Y desde luego parece que el universo conspira contra su esperanza; Lupin se transforma en hombre lobo sin poder hacer nada para evitarlo, Peter huye transformado en rata aprovechando que Sirius está ocupado con Lupin, Ron queda fuera de juego, y mientras Sirius busca a Peter es atacado por probablemente todos los dementores apostados en Hogwarts, y Harry se queda solo ante ellos cuando Hermione se desmaya.
Es de admirar la determinación de Harry; como ya he dicho, le ha costado mucho conseguir lo que tiene en aquel momento, y aunque los dementores le dan mucho miedo, le da aún más miedo perder a su nueva figura paterna nada más conseguirla. Con todo, al final por sí solo su patronus no da más de sí, y termina por caer cuando uno de los dementores decide besarle, en una imagen que es mejor no recordar.
Al final, Harry se salva por una misteriosa intervención externa. Puede parecer que esto le quita un poco de dignidad a su esfuerzo, pero recordemos por ejemplo lo sucedido con Quirrell, cuando tuvo que ser salvado por Dumbledore porque hizo todo lo posible pero ya no daba para más; puede parecer una situación similar, pero pronto veremos que no es precisamente el caso. ¡Nos vemos!
Observaciones y curiosidades:
- La observación al principio de que Pettigrew, Lupin y Ron van por el túnel como si participaran en una carrera puede resultar extraña; en realidad, en el original se dice que es como si participaran en una carrera a tres piernas, en las que los participantes se atan una pierna a la contigua de su compañero e intentan correr de esa guisa.
- En la traducción ya se refieren a Sirius por su nombre, pero en el original le siguen llamando Black.
- Algunos fans más obsesos que yo escribieron a Rowling quejándose de que en la noche en que se produjeron los eventos de este capítulo no hubo luna llena en el mundo real. Dejando a un lado que en este universo el tiempo sea distinto al real, me parece que es una licencia argumental lo bastante evidente como para andar buscando estos recovecos.
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