McGonagall se lleva a Harry y a Ron al despacho de Dumbledore para tratar la situación, y el director se pone en marcha enseguida. Es interesante comprobar la situación desde la perspectiva de Harry, que en su inocencia piensa que el director se lo está tomando todo con demasiada calma, y no está haciendo todo lo que podría. Por supuesto, Dumbledore ha pasado por situaciones peores, y toma los pasos necesarios para abordar esta de manera eficaz.
Otra cuestión es que está evitando deliberadamente mirar a Harry a los ojos. En un intento de evitar espolear el influjo de Voldemort en su mente, Dumbledore está tratando de aparentar que su relación es estrictamente profesional, y dado lo que sucede en el instante en el que se cruzan sus miradas, es una precaución razonable. El problema es cómo está afectando esto al chico.
El pobre Harry está aterrado de la posibilidad de que de alguna forma él fuera la serpiente que atacó a Arthur, con la consiguiente culpa, y aunque la lógica dice que eso es imposible, no se lo puede quitar de la cabeza. Cuando busca consuelo en el director, este aparta la mirada y actúa de manera fría y profesional, y, aunque parece que tiene una teoría sobre la situación, no la comparte. Y por supuesto, ese breve instante en el que le mira a los ojos y siente un profundo e inexplicable odio no ayuda a mejorar su estado de ánimo.
Él y los Weasley vuelven a Grimmauld Place para esperar hasta que puedan visitar a Arthur. Sirius tiene que actuar con responsabilidad, pues los hermanos Weasley están deseando marcharse a estar con su padre y es demasiado pronto, pues estando en Hogwarts no deberían saber nada todavía. Sirius hace un buen trabajo calmando los ánimos y manteniéndose sereno dadas las circunstancias, desde luego. Lamentablemente, sus intentos de tranquilizar a Harry no surten mucho efecto.
Tras varias horas de amarga espera, Molly aparece con buenas noticias: Arthur tiene que permanecer ingresado, pero su vida no corre peligro y Dumbledore ha podido fabricar un buen pretexto para su presencia en la puerta del Departamento de Misterios. El ánimo de todos mejora con estas noticias, pero Harry sólo pretende estar alegre, pues sigue asustado y con sentimientos de culpa, que no hacen más que aumentar cuando Molly le da las gracias de corazón por su aviso, pues de no ser por eso Arthur podría haber muerto. Es una pena que Harry no pueda centrarse en lo bueno que ha hecho, y pasa las siguientes horas sin dormir por miedo a lo que pueda pasar.
Después de descansar unas horas (casi todos), se marchan a San Mungo en compañía de Tonks y Moody. Al igual que sucedió con el Ministerio, aunque Harry no está en buenas condiciones conserva su curiosidad y lo cotillea todo en el hospital. Como sucedía también en el Ministerio, San Mungo es similar a un hospital muggle, con sus médicos (o sanadores) de aquí para allá, sus salas de espera, sus departamentos, su recepcionista, sus salas reservadas y sus doctores en prácticas. Por supuesto, la gracia está en lo peculiar de las dolencias de los pacientes, producto de hechizos, pociones o criaturas.
En su habitación, Arthur se muestra en buen estado, aunque el veneno de Nagini impide que sus heridas cicatricen, con lo que tiene que quedarse vendado y reponer su sangre cada hora, cosa sencilla para los magos. Los gemelos tratan de interrogarle sobre los detalles del ataque, pero su padre es ambiguo, porque están en una sala compartida y porque tampoco tienen que saberlo en primer lugar.
Cuando sacan a los menores de allí, Fred y George usan las orejas extensibles para espiar la conversación, pero lo que escuchan es inesperado: Moody está seguro de que Voldemort está poseyendo a Harry. Es una concepción un tanto simplista de lo que está sucediendo, pero es suficiente para aterrar aún más al pobre, más todavía ahora que sus amigos están también al tanto de la situación.
Desde luego, las Navidades no están empezando muy bien.
Observaciones y curiosidades:
- En la traducción se dice que Dumbledore pregunta por Arthur sin mirar a Ron, pero en el original se dice que le está mirando cuando pregunta.
- Durante mucho tiempo la función del instrumento de Dumbledore fue objeto de mucha especulación. A día de hoy, está bastante claro que lo usaba para comprobar el nivel de influencia que podría ejercer Voldemort en Harry, o cuánto de Voldemort hay en él.
- Dado que la señora Norris ve a Harry, Ron y McGonagall dirigirse al despacho de Dumbledore, probablemente Umbridge se enteró de que Harry y los Weasley estaban allí a través de Filch.
- El conjuro portus viene de portandum, verbo latino que se convirtió en "portar" en español, similar a trasladar, que es lo que hace un traslador.
- Cuando Sirius le gritó "fuera" a Kreacher, este lo interpretó como una orden de salir fuera de la casa, y se marchó a la casa de los Malfoy, con terribles consecuencias.
- En el original, el cartel de San Mungo que recomienda limpiar los calderos hace un juego de palabras con antídoto (antidot), argumentando que si el caldero está sucio el antidot se convierte en antidon't (utilizando los auxiliares del inglés de afirmación y negación, do y don't).
- Volvemos a oír hablar de Broderick Bode, un inefable que se ha vuelto loco al tratar de coger la profecía de Harry y Voldemort bajo los efectos de la maldición imperius. Pronto volveremos a saber de él.
- Dai Llewellyn, que da nombre a la sala en la que está ingresado Arthur, fue un celebrado jugador de quidditch que murió devorado por una quimera, de ahí que de su nombre a la sala de mordeduras graves.
- Como ya comenté, Willy se libró de su condena gracias a informar a Umbridge de la primera reunión del ED en Cabeza de Puerco.
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