Este texto trata sobre los sapos, una de las mascotas de Hogwarts menos apreciadas, y representada en la saga por el huidizo sapo de Neville Trevor. Veamos:
"De los tres animales aprobados y permitidos como mascotas en Hogwarts, el sapo es, y ha sido durante muchos años hasta ahora, de lejos el menos popular. Hace siglos, en tiempos con más sed de sangre, cuando se esperaba que los jóvenes magos y brujas extrajeran ellos mismos los ojos de tritón que usaran en pociones, se llevaban de forma rutinaria cajas de sapos a la escuela para usarlos en pociones y otros encantamientos. Con el tiempo, según el Ministerio de Magia introducía legislación respecto al maltrato animal (las subsecciones 13 a la 19 inclusive tratan sobre ingredientes de pociones y su producción) estas prácticas fueron prohibidas de forma gradual. El sapo, que nunca fue muy apreciado por su propio interés personal, gradualmente aparecía (vivo) con menos y menos frecuencia en Hogwarts, a menos que saltara y nadara salvaje en los terrenos.
Para cuando Harry llegó a Hogwarts, la posesión de un sapo mascota no daba lugar a estatus ni admiración; de hecho, era una especie de vergüenza. Trevor, el sapo de Neville, no tenía nada que aportarle excepto una propensión a perderse, y cuando al fin se escabulló para unirse a los suyos en el Lago de Hogwarts, tanto el dueño como la mascota experimentaron una sensación de alivio."
Pensamientos de J. K. Rowling
"El sapo tiene una larga asociación con la hechicería, y a menudo se creía que eran familiares. Ocupa un lugar especial en las curas folclóricas, particularmente (quizás por el principio homeopático de curar algo con algo similar) en la curación de verrugas. En la Edad Media un sapo británico podía considerarse afortunado si moría de causas naturales, porque estaba en peligro constante de acabar hervido, hecho polvo, pelado o atado en una bolsa al cuello de un humano enfermo."
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