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lunes, 4 de marzo de 2019

Capítulo 24: El fabricante de varitas

En el capítulo 24 de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Harry se pone firme y toma decisiones. Decisiones que tendrán grandes consecuencias.

La muerte nos lleva a reflexionar sobre lo que hemos hecho hasta ahora y sobre lo que haremos a partir de ahora. Entre todo el peligro y los intentos de rescate se han ido colando piezas de información, que dan vueltas en la cabeza de Harry mientras cava la tumba. Todo empieza a encajar, pero de una forma distinta a como lo hizo hace dos capítulos. Es el momento de la acción.

¿Pero acción hacia dónde? Ahora es cuando, más que nunca, se le presenta a Harry la decisión de qué camino tomar. ¿Persigue los horrocruxes, como Dumbledore le pidió? ¿O persigue las Reliquias, que Dumbledore le ocultó, pero que todo indica que quería que descubriese? Tiene mucho mérito que Harry elija la primera opción, y más aún que se mantenga firme en ella.

Y hay que decir que Harry impone en este capítulo. Ha dejado a un lado cualquier vacilación y está dispuesto a lo que sea necesario, y hay que hacerlo ya. No importa quién esté herido o cómo se sienta: hay que hacer lo que hay que hacer, y hasta Bill se hace a un lado para dejarle hacer lo suyo, y eso que debería estar suspicaz. Por lo menos Harry se disculpa por las formas.

No por ello Harry deja a un lado su bondad, como Griphook observa respeto a su rescate y el que excavara una tumba para Dobby, más aún con sus propias manos. Estos actos, que nos parecen naturales, para el duende son cosa extraña, y gracias a ello no rechaza de plano su propuesta, que sin duda es descabellada. 

La idea de que Voldemort confiara uno de sus horrocruxes a Bellatrix para que lo guardara es muy plausible; ya hizo lo mismo con Lucius, y además dejar un objeto tan valioso en un lugar tan impenetrable como Gringotts es una gran idea. Por supuesto, eso significa que conseguirlo va a ser increíblemente difícil, incluso contando con la ayuda de Griphook. Pero ya hablaré más del duende en el siguiente capítulo.

En cuanto a Ollivander, me parece interesante que Harry pregunte primero por las varitas que han robado en la mansión Malfoy antes de entrar en el tema de la Varita de Sáuco. Si es porque sabe que no va a hacer nada con la información que reciba del anciano o para que Ollivander esté más tranquilo antes de abordar el tema clave, quién sabe. En todo caso, el diálogo entra en detalles interesantes sobre el uso de la varita, un tema que será imprescindible a partir de aquí.

Poco a poco, Harry va metiéndose en el tema de la Varita, y al final deja claro que sabe todo lo que Voldemort le ha estado preguntando sobre las varitas, para el horror del fabricante. Al final, todo lo que pasa es que Ollivander confirma lo que hasta ahora eran suposiciones de Harry: Voldemort quería saltarse el problema de los núcleos gemelos, así que usó la varita de otro; cuando esa varita fue destruida, decidió conseguir la varita legendaria, que supuestamente estuvo en manos de Gregorovitch hasta que Grindelwald se la robó. Es muy curioso pensar en cómo se tuvo que sentir Hermione al ver que todo lo que suponía Harry es verdad, aunque ya no importe demasiado.

Una vez fuera, Harry termina el viaje de la Varita, que le lleva al lugar que intenta colarse en su mente desde hace un rato: Hogwarts. Si Grindelwald tenía la Varita de Sáuco, y fue derrotado por Dumbledore, entonces el director la tuvo en su posesión hasta su muerte, y por tanto está enterrada con él. Ron y Hermione están horrorizados de que Harry supiera lo que Voldemort iba a hacer desde un principio, pero él ha tomado una decisión, y no va a echarse atrás.

Esperemos que haya tomado la decisión correcta.

Dado que hemos llegado al punto en el que termina la primera película de Las Reliquias de la Muerte haré un parón para reseñar esa película. Esta semana publicaré una traducción de Pottermore, y la siguiente no habrá reseña. La entrada de la película será el 18 de marzo. ¡Nos vemos!

Observaciones y curiosidades:
  • En el original, Ollivander traga saliva cuando Harry le pregunta si es necesario matar para obtener la posesión de una varita.

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