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lunes, 27 de agosto de 2018

Capítulo 2: In Memoriam

En el segundo capítulo de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Harry se prepara para su viaje final, mientras recuerda a Dumbledore.

¿Quién era Albus Dumbledore? Esta es la pregunta que nos hacemos los lectores al mismo tiempo que se la hace Harry y buena parte del mundo mágico. La muerte del director lleva a sus amigos y conocidos a evaluar sus experiencias con él, muy diversas, y las de Harry entran en paralelo con las de los lectores.

Es indiscutible que Dumbledore es el arquetipo de hechicero sabio, del que Merlín es el máximo exponente, y que tiene en otros personajes como Gandalf ejemplos más recientes. Anciano, con barba larga y blanca, con ropas de mago clásico, y de gran sabiduría, es el personaje al que todos los héroes admiran y cuyo consejo todos buscan, y al que los malvados temen y desean eliminar antes incluso que al héroe.

Pero, como queda claro en este capítulo, Dumbledore no es un arquetipo, sino una persona, con un pasado y experiencias buenas y malas durante su vida. Durante este libro Harry deberá darse cuenta de que el hombre al que admiraba no siempre fue como le conoció, y eso no le hace menos sabio ni bondadoso, sino más humano.

A Harry le cuesta imaginarse a un Dumbledore joven, y a mí también. Sus pensamientos me hicieron recordar la vez que mencionó tener un hermano en El Cáliz de Fuego, lo que me hizo dar vueltas la cabeza en mi primera lectura por lo que eso conllevaba; Dumbledore era un sabio y anciano profesor, que tuviera algo tan mundano como un hermano significaría que en realidad era una persona normal con una vida, y eso resultaba inconcebible.

Otros, como Elphias Doge, le conocieron a lo largo de su vida, y por tanto pueden ofrecer una perspectiva más personal y realista de sus años de juventud, aunque está falta de detalles que sólo unos pocos conocen, y su visión quizá esté empañada por el dolor de haber perdido a su amigo y por la admiración que claramente le profesaba.

Por el otro lado, tenemos a la infame Rita Skeeter, que está aprovechando la ocasión para ganar dinero con los trapos sucios de Dumbledore. Ella sólo le ha conocido en unas pocas ocasiones, y claramente no tiene intención de dejar bien al director en su biografía, pero al menos se está tomando la molestia de investigar lo que escribe, y, como veremos, buena parte de lo que cuenta es cierto (si bien está pasado por su típico filtro).

Harry no duda en tacharla de mentirosa (y tiene sus motivos), pero se ve obligado a reconocer que no conocía a Dumbledore tan bien como pensaba, y eso le hace dudar sobre si realmente sabía lo que el director opinaba de él y de sus posibilidades contra Voldemort, además de empezar a dudar de cuánto de cierto hay en lo que le ha contado.

Tendrá que reconciliar al Dumbledore de sus recuerdos con la persona real si quiere triunfar en su misión.

Observaciones y curiosidades:
  • Efectivamente, la taza de té que hay frente a la puerta es cosa de Dudley, aunque con intenciones más amistosas de lo que Harry supone.
  • El ojo azul que Harry ve por un momento en el espejo es el de Aberforth, que tiene la otra mitad del espejo. Harry lo verá de nuevo varias veces en los siguientes capítulos.

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