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lunes, 6 de agosto de 2018

Capítulo 1: El ascenso del Señor Tenebroso

En el primer capítulo de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Voldemort traza su plan para lograr sus ansiados objetivos: matar a Harry Potter y hacerse con el poder.

Empezamos el último libro de saga con una perspectiva inusual: una reunión de mortífagos. En el anterior libro teníamos un encuentro más o menos informal entre varios de ellos, pero aquí es más oficial, con Voldemort reuniendo a toda su gente y preparando estrategias.

Desde el principio queda claro que tiene las de ganar por ahora: está cómodamente alojado en casa de uno de sus acólitos más conocidos, a quien ha ayudado abiertamente a escapar de Azkaban, y da la impresión de que el Ministerio sabe a ciencia cierta que está allí con la mayoría de sus mortífagos pero no se atreven a actuar, de modo que el villano tiene pista libre para ejecutar sus planes.

Esto no significa que se haya confiado después de la muerte de Dumbledore; al contrario, no subestima a sus enemigos y se asegura de preparar sus planes con el mayor cuidado. Envía a Yaxley y a Snape a infiltrarse entre ellos para conocer sus planes, y, por muy incompetente que esté resultando ser el Ministerio, Voldemort quiere arrebatarles el poder de manera subrepticia para evitar problemas y complicaciones.

En cuanto a Harry, el mero hecho de que el señor tenebroso admita haber cometido errores respecto al chico ya dice volúmenes acerca de la seriedad de la situación; Voldemort está dejando a un lado su egolatría para considerarle un enemigo contra el que hay que luchar seriamente. Para ello, ha investigado qué sucedió en el cementerio y sabe que debe usar otra varita que no sea la suya.

Aunque está siendo precavido, Voldemort no se olvida de mantener su aura de autoridad y temor y de mantener a raya a sus subordinados; en las reuniones hace sentarse a sus mortífagos según lo bien que le estén sirviendo bajo su criterio, y se mofa libremente tanto de aquellos que le han fallado como de aquellos que le son fieles, como Bellatrix, para evitar que se sientan demasiado confiados. Desde luego, quienes le han fallado lo tienen mucho más crudo, como Lucius puede atestiguar.

También se preocupa de mantener la propaganda anti muggle a pesar de que no es algo que le interese personalmente, pero sabe que le conviene para obtener lo que quiere. Fijaos en que cuando habla del tema recurre a metáforas y frases prefabricadas en lugar de usar un discurso propio, y captura a la profesora de Estudios Muggles en Hogwarts para matarla frente a sus mortífagos y así dejar clara su postura.

Si este capítulo hace algo, es demostrar cómo opera Voldemort y contra quién se están enfrentando nuestros protagonistas, y la verdad es que no tiene buena pinta para ellos.

Observaciones y curiosidades:
  • La "fuente" de Snape es Mundungus, a quien en realidad implantó el plan mediante conjuros de memoria, con fines benévolos, claro.
  • Cuando Snape le da la fecha y hora del traslado de Harry, es evidente que Voldemort usa la legeremancia para averiguar si le está mintiendo. No lo hace, al menos en eso no.
  • Yaxley asegura que controlando el Departamento de Transportes Mágicos pueden saber si Harry se ha aparecido, pero nada indica que se pueda controlar la aparición, y los protagonistas se aparecen de manera constante durante este libro sin ser detectados. Como mucho se puede argumentar que se puede saber si alguien se ha aparecido a o de un sitio concreto, como la casa de Harry.
  • Voldemort sabe que su varita no funcionará contra Harry gracias a Ollivander, a quien mantiene prisionero en la mansión; son suyos los gritos que se oyen cuando Voldemort está hablando. 
  • La mortífaga que explica quién es Charity Burbage es Alecto Carrow, que ocupará su posición en Hogwarts cuando Voldemort tome el poder.

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