En el tercer capítulo de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Harry se prepara para despedirse de los Dursley para siempre, y todo resulta de lo más incómodo.
Los Dursley nunca han sido los personajes más profundos de la saga. Al principio cumplían el rol de los tutores que odian la magia y le ponen las cosas difíciles al protagonista, pero según Harry se iba haciendo mayor y maduraba quedaba claro que los Dursley no avanzaban, y cada vez se les prestaba menos atención.
Sabemos que Dudley ha cambiado después de lo que pasó con los dementores, pero Harry ha llegado al punto de ignorar completamente a su familia adoptiva este año y el anterior, así que no sabemos qué ha pasado exactamente en Privet Drive en ese tiempo. Al final, la taza de té que estaba pensada como una ofrenda de paz y acabó por ocasionarle un corte a Harry es una metáfora perfecta de todo esto.
Y ahora tienen que irse para su propia seguridad, y no parece que vayan a volver a verse, termine todo bien o mal. ¿Para qué iban a reunirse? La pregunta más incómoda de todas, tal y como se hacen tanto Vernon como su sobrino, es si a Harry le afectaría que les pasara algo. No hay respuesta sencilla para eso.
Para cuando llegan los miembros de la Orden a recogerlos, los Dursley ya han aceptado al fin que van a tener que marcharse, y que Harry es alguien más importante de lo que pensaban. Cada uno de los miembros de la familia se expresa de manera distinta.
Vernon, siempre desdeñoso de Harry y de todo lo que tenga que ver con él, ha aceptado las circunstancias muy a su pesar y, lejos de intentar disculparse o reconocer algo de culpa, trata de dejar las cosas de forma genérica con un apretón de manos, que podría llegar a considerarse como una muestra de respeto en el mejor de los casos. No podíamos esperar mucho más.
Dudley ha estado reuniendo las fuerzas para hablar con su primo y darle las gracias, pero no lo ha conseguido. Supongo que siente vergüenza, o que aún tiene miedo de la magia y de las posibles represalias que pueda tomar Harry si le da la oportunidad. Consigue romper su silencio para expresar algo positivo sobre él, que no es mucho pero que le hace pensar sobre si algo puede haber cambiado. Los dos se despiden también con un apretón de manos, pero esta vez sí parece que hay respeto mutuo. Los dos seguirán en contacto en el futuro.
Por su parte, Petunia no sabe qué hacer. Ha dedicado su vida a alejarse de toda la magia por el rencor y la envidia que ha sentido toda su vida, y aún así no ha sido capaz de dejarla atrás completamente. La presencia de Harry ha sido siempre un recordatorio constante de lo que no pudo ser, y por ello le trató mal. Petunia es consciente de esto, pero no encuentra las palabras para expresarse, por dolor, rencor, vergüenza, arrepentimiento y otras sensaciones contradictorias. Al final se marcha con una vaga despedida, quedando todo sin resolver para ella y para todos. A veces las cosas pasan de esta manera.
Y así, de forma incómoda e insatisfactoria, nos despedimos de los Dursley. No los echaremos de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario