En el capítulo 26 de Harry Potter y el misterio del príncipe, Harry y Dumbledore se aventuran en una lóbrega cueva en busca del horrocrux de Voldemort, y tendrán que enfrentarse a duras pruebas.
El lugar al que Dumbledore lleva a Harry es la cueva que visitó Tom Ryddle durante su infancia en el orfanato, y a la que llevó a dos compañeros para hacerles quién sabe qué. Dumbledore no comenta mucho esto, pero entre esta localización y la casa de su madre está claro que los horrocruxes están ocultos en lugares de gran importancia personal para Voldemort.
Aun teniendo en cuenta el porqué del lugar, sin duda es un sitio muy peligroso y al que nadie, mago o muggle, llegará por casualidad. Sólo acceder a la cueva supone nadar por aguas heladas y peligrosas, y la cueva se inunda con la marea, así que el acceso es complicado.
Es un lujazo ver a Dumbledore descubrir, definir y superar todos los obstáculos uno tras otro, sin ningún problema y hasta deseando que Voldemort fuera más original. Hace a uno pensar cómo se las habrían apañado Harry, Ron y Hermione en su situación. ¿Habrían localizado la entrada, y averiguado cómo acceder a ella? ¿Sabrían que no tenían que tocar el agua? ¿Habrían descubierto la barca, y adivinado el requisito para montarla? Probablemente no en ninguno de los casos.
Está claro que Dumbledore tiene gran ventaja debido a su amplia experiencia, y Harry se mantiene al margen, hablando sólo para preguntar o intentar tímidamente aportar alguna cosa, pero dejando que el director tome las tiendas. Por su parte, Dumbledore lleva la iniciativa, pero tiene a su acompañante en mente casi en todo momento y no duda en explicarle paso a paso lo que están haciendo. Sabe que Harry tendrá que enfrentarse a más cosas así, de modo que tiene que saber todo lo que pueda.
Harry se siente seguro al lado de Dumbledore gracias a su confianza, pero poco a poco va asustándose, y cuando ve a los cadáveres bajo el agua entra en pánico de verdad, similar a Frodo en el pantano. Dumbledore trata de tranquilizarle, pero Harry sabe que todos esos cadáveres pueden atacarles si lo desean, y no serán amigables. Por suerte llegan al islote a salvo, pero es ahí cuando empieza la verdadera prueba.
La idea de Voldemort aquí es brillante, y recuerda a la que Dumbledore tuvo para ocultar la Piedra Filosofal: mientras que en aquel caso sólo podían conseguir la piedra aquellos que no quisieran usarla, con Voldemort sólo puede llegar una persona al islote, y al beber la poción quedará tan incapacitado que será presa fácil de los inferi. Por supuesto, no contaba con que algún gran mago pudiera llegar allí con alguien comparativamente inferior.
Lo interesante de los efectos de la poción es cómo revierte los roles: Harry se ve obligado a tomar la iniciativa cuando la poción deja a Dumbledore en un estado de gran patetismo, en el que no puede controlarse. Lejos de sentirse a salvo en presencia del director, ahora Harry tiene que intentar que sea el director quien se sienta a salvo con él, y hace un gran trabajo, consiguiendo que beba toda la poción.
Aunque tiene problemas para manejarse contra el ejército de inferi (cosa totalmente comprensible), Harry hace un buen papel tomando el control de la situación, y terminamos el capítulo con Dumbledore proclamando su confianza absoluta en él.
Como veremos, las acciones de Dumbledore no son porque sí.
Observaciones y curiosidades:
- Harry teorizó después que al beber la poción Dumbledore revivió los momentos previos a la muerte de Ariana.
Hola, acabo de encontrarte , me tienes de seguidora, me ha encantado leer, tambien tengo un blog, te invito a él, nos leemos ;)
ResponderEliminarGracias por comentar, le echaré un vistazo, nos leemos ;)
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