En el capítulo 16 de Harry Potter y el misterio del príncipe, Harry pasa las vacaciones en La Madriguera, pero lejos de ser relajantes tendrá que afrontar la realidad de la vida mientras está allí.
En este capítulo encontramos a Harry y a Ron discutiendo en la cocina de los Weasley sobre lo que el primero escuchó decir a Snape y a Malfoy mientras hacen sus tareas. Sin Hermione para ser la lógica del grupo Ron tiene que hacer el papel, y propone varias posibilidades realistas. Tal y como proclama Harry con petulancia, está claro que Draco planea algo relacionado con Voldemort, y ahora la pregunta es si Snape quiere ayudarle por lealtad al señor tenebroso (y por el Juramento Inquebrantable realizado) o si estaba pretendiendo hacerlo en beneficio de Dumbledore, en la enésima conversación sobre si Snape es bueno o no.
En todo caso, de nuevo es bueno que Harry decida contar lo que sabe a los adultos en lugar de trazar un plan loco con sus amigos (sabemos cómo salió aquello en La cámara de los secretos). Durante la velada de Nochebuena le confía a Arthur lo que ha averiguado, y discute con él de igual a igual sobre las implicaciones. Aunque aún le queda, Harry está empezando a desarrollar su madurez, y se nota mucho en este capítulo.
Lupin interviene, y la conversación se desvía hacia si hay que confiar en Snape, un debate que se ha tenido montones de veces. Quizás Lupin sea el personaje cuya opinión tenga más peso, pues ha conocido a Snape como alumno y como profesor, además de como miembro de la Orden antes y después de la caída de Voldemort. Me parece muy bonito que deje a un lado la ocasión en la que reveló a todos su condición de hombre lobo en favor de las veces que le preparó una complicada poción para que pudiera pasar más tranquilo sus transformaciones. Al final, todo depende de si Dumbledore se equivoca al confiar en Snape, y Lupin no duda de que el director ha tomado la decisión correcta.
Lupin está pasando por una mala etapa, pues se ha sentido obligado a rechazar a Tonks y todos los demás piensan que ha hecho mal (sobre todo Molly, como vemos en este capítulo), y hasta él sigue dividido en si hizo bien o no. Para poder alejarse de todo ha aceptado infiltrarse entre los hombres lobo que siguen a Voldemort, lo que significa tratar con el hombre que le arruinó la vida, Fenrir Greyback, que es introducido de forma oficial en este capítulo. Harry no le recuerda de la mención que Malfoy hizo en Borgin y Burkes, pero queda claro que va a ser un enemigo retorcido y desagradable.
Y para desagradable, la mañana de Navidad. Lo que en un principio parecía un milagro navideño, la vuelta a casa de Percy, se convierte de manera brutalmente obvia en una burda estratagema del ministro para poder hablar a solas con Harry sin Dumbledore de por medio. No me hubiera gustado estar en la Madriguera mientras hablaban, la verdad.
La conversación entre Harry y el ministro es también muy incómoda y desagradable: Scrimgeour empieza civil y relajado, manteniendo una conversación banal mientras va llegando al tema que quiere tratar, y Harry se va dando cuenta y le deja continuar hasta que todo quede transparente. Para el ministro está muy claro, el chico puede dejarse ver por el Ministerio para mejorar la imagen del gobierno y animar a la gente, y a cambio puede conseguir útiles contactos para su futuro, y además está ayudando a la causa. ¿Cómo podría decir que no?
Pues muy fácil: Harry no es idiota y se ha dado cuenta de que al Ministerio le está preocupando más su imagen frente a la comunidad mágica que protegerles de verdad de los enemigos, y hacer creer al público que todo va bien cuando no es verdad no ayudará a nadie. Harry no quiere que lo utilicen, y saber que Umbridge sigue trabajando allí después de todo lo que ha pasado le deja claro que en el Ministerio no han aprendido nada, sólo han cambiado una cabeza por otra sin cambiar el cuerpo.
Podemos decir que Harry aún es muy joven para entender los entramados políticos, en ocasiones muy complejos; por otro lado, es lo bastante mayor para decidir cuándo algo no casa con lo que él cree, y esta es una de esas cosas; no va a olvidar tan fácilmente cómo le trataron el año anterior, sobre todo cuando no ha recibido la menor disculpa. Scrimgeour le acusa de ser fiel a Dumbledore pase lo que pase, pero al final si alguien tiene la culpa de que Harry no quiera saber nada ellos es el propio Ministerio.
La siguiente entrada será la número 200, y tendré preparado algo especial para el siguiente lunes. ¡No os lo perdáis!
Observaciones y curiosidades:
- En el original, cuando Fred le pregunta a Ron cómo sufrió Lavender la lesión cerebral, justo después dice ¡cuidado! ante el lanzamiento de cuchillos de Ron.
- En el original, se dice que la decoración de Ginny parece una explosión de cadenetas de papel, no una exposición.
- Podéis leer más sobre Lupin y Greyback aquí.
- Muy probablemente, el libro del Príncipe Mestizo era de segunda mano, quizá heredado de su madre, con lo que su fecha de publicación no es fiable para averiguar su identidad.
- Por alguna razón, en la traducción se omite a George como una de las posibles elecciones que el ministro podría haber hecho en lugar de pedir a Harry que le acompañara, junto a Ginny y a Fleur.
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