En el capítulo 23 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Ginny y otros se ocupan de sacar de Harry de su pozo de desesperación y todos tratan de disfrutar de las Navidades, aunque cueste.
Tras oír de Moody la aparente confirmación de que Voldemort le está poseyendo, Harry se recluye del resto, sintiéndose apestado y con la perspectiva de tener que alejarse del mundo mágico por la seguridad de todos.
Varios personajes se ocupan de que no llegue tan lejos: para empezar, Dumbledore se veía venir tal situación y envía a Phineas Nigellus a que le haga quedarse en la casa. Si bien su actitud parece fría, y cabrea a Harry otra vez, mi opinión es que el director pretendía que Phineas le dijera lo que necesitaba oír, palabras duras que él nunca hubiera podido expresar abiertamente.
Efectivamente, Phineas no tiene paciencia por la angustia adolescente de Harry y le deja bien claro que su actitud es equivocada e infantil, y que no puede pretender ser el más listo ni el más enterado de todo. No le ayuda a salir de su aislamiento, pero impide que se de a la fuga por lo menos.
Es el equipo de las chicas el que se ocupa de esa parte. Cuando Hermione llega a la casa (entre unas cosas y otras no les ve el pelo a su familia) se entera de la situación e inmediatamente va a por Harry, que se ha autoconvencido de que los otros no van a querer estar con él. Su actitud relajada le sorprende y se deja llevar con Ron y Ginny.
Cuando Harry intenta hacerse el héroe incomprendido, Ginny ya no puede más y le hace saber que es un idiota, pues ella estuvo poseída por Voldemort y él ni lo ha considerado. Esto sí es una gran cura de humildad para el chaval, que es a partir de aquí cuando va dejando de ver a Ginny como la hermana pequeña de Ron y más como a una persona independiente, con todo lo que ello supone. Los cuatro debaten de manera razonada la situación y concluyen que la visión no fue una posesión. No es tan difícil.
Pronto llega la Navidad, y la alegría de Sirius de tener gente en la casa resulta contagiosa, aunque queda empañada por la actitud de Percy. ¿Quién devuelve sin abrir un regalo de Navidad de su madre? La visita navideña a Arthur en San Mungo también es divertida, con Molly enfadándose por sus experimentos con "medicina alternativa", e incluso el reencuentro con Lockhart es animado, a pesar del estado del exprofesor.
Toda la alegría se desploma como un yunque cuando aparece Neville. Él y su abuela estaban con la visita navideña a sus padres cuando se encuentran con Harry y los otros, y tiene que enfrentarse al hecho de que no les ha contado nada de sus padres a sus amigos.
No es que le de vergüenza, pero no es fácil abrirse con esa situación; Neville no quiere que sus compañeros le tengan pena y sí le da vergüenza no ser tan buen mago como lo fueron sus padres.
El pobre reacciona como haríamos muchos: bajando la cabeza y hablando lo menos posible, esperando que todo termine cuanto antes. Por suerte, las reacciones llenas de empatía de sus amigos le ayudarán a ser más abierto en el futuro.
Observaciones y curiosidades:
- En el original, el mensaje que Harry le da a Phineas para Dumbledore es que gracias por nada.
- Ron aprovechará el "diagnóstico" de spattergroit para fingir estar enfermo en Las reliquias de la muerte, y marcharse con Harry mientras el ghoul de su casa se hace pasar por él.
- Vemos otra vez a Bode, y también vemos cómo morirá, estrangulado por el esqueje de Lazo del Diablo que recibe como regalo anónimo de Navidad.
- Gladys Gudgeon ya apareció en el segundo libro como una de las mayores admiradoras de Lockhart.
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