Este es uno de mis capítulos menos preferidos, e incluso ahora, años después, me sigue palpitando una vena en el cuello cuando lo leo. Así de grande es la impotencia que siento.
El capítulo empieza bien, con el ED convirtiéndose en un grupo afianzado y que ya lleva varias sesiones a sus espaldas. Se van notando las mejoras, y Harry no podría estar más satisfecho.
El centro argumental del capítulo es el partido entre Gryffindor y Slytherin, con el debut de Ron como interés principal. Ron es consciente de la presión, y, aunque es bueno como guardián, su miedo al fracaso le lleva a dudar de sí mismo y fastidiarla.
Los de Slytherin saben que si presionan a Ron lo tendrán más fácil para marcar y también afectarán al resto del equipo, así que organizan una desagradable canción con ese fin. Es difícil defenderles en esto; si bien intentar distraer al jugador rival es algo a esperar, esto es una clara conspiración entre la mayoría de los miembros de la casa, no el acto de unos pocos hinchas, y un acoso selectivo de un calibre serio. Se deberían haber tomado medidas.
Los efectos de la cancioncita no se hacen esperar, y el pobre Ron las falla todas, y por el aro no entra ni una pelota (perdón). Incluso el resto del equipo no está dando lo mejor de sí, y Harry termina desesperado por hacerse con la snitch cuanto antes y acabar con esa pesadilla. Lo consigue, pero la pesadilla no termina, sino que empeora.
Humillado, Ron se marcha solo antes de que nadie le alcance, y Malfoy se desfoga por la derrota insultando a Harry, a Ron y a sus familias con rencor. Aunque no es algo raro en Malfoy, aquí ya cruza una línea, y todo parece distinto.
¿De verdad se puede defender a Malfoy después de esto? Por puro rencor infantil empieza a insultar con superioridad cuando su equipo no ha podido ganar ni saboteando al rival, y cuando ve que no tiene efecto juega la carta de la familia (que, como sabemos, odia que usen contra él, así que podemos añadir hipocresía también). Se gana a pulso la paliza, vaya, aunque no apruebe la violencia.
Por supuesto, no voy a defender que Harry y George se líen a puñetazos con Malfoy, eso no es permisible de ninguna de las maneras, y el castigo de McGonagall me pareció apropiado, con Malfoy también castigado, claro. Es sólo que se puede entender, dadas las circunstancias estresantes.
Pero por supuesto, aquí llega Umbridge a fastidiar aún más las cosas. Cuando Dumbledore la obligó a permitir que el equipo de Gryffindor continuara, habló con Fudge, que se ha sacado otro decreto de la manga para que la tía pueda desautorizar a los profesores cuando le venga en gana, en materia de castigos o de lo que sea. Ya me diréis qué tiene eso que ver con evaluar al profesorado.
Y de esta forma, con todo el morro, impide a Harry, Fred y George seguir jugando al quidditch en la escuela, haciendo oídos sordos a cualquier queja, y encantada de la vida, además.
Así, de un día para otro, el equipo de quidditch de Gryffindor queda reducido a las cazadoras y el guardián, al que este partido ha desmoralizado del todo. Fred y George han perdido una de las pocas cosas que les animaba a seguir estudiando, y el gozo de Harry ha caído en un pozo muy hondo. Hasta el retorno de Hagrid parece un premio de consolación más que otra cosa.
Nos vemos la semana que viene. Voy a ver si puedo hacer algo con el cuello, porque escribir esto ha hecho que la vena de la furia me vuelva a palpitar.
Observaciones y curiosidades:
- En la traducción se dice que Malfoy intimida a Ron dejando caer la quaffle cuando se ven, lo que implicaría que va por ahí con una quaffle para dejarla caer cuando ve a Ron. En el original dice que finge tener una quaffle en las manos y dejarla caer.
- La canción de "A Weasley vamos a coronar" se titula en el original "Weasley es nuestro rey". Las letras son más o menos iguales.
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