Una vez más, Harry recibe una fiesta en la sala común de Gryffindor, pero las cosas son muy distintas a cuando fue elegido campeón; sus amigos están junto a él, todos le apoyan, y celebran lo que ha conseguido con sus méritos en lugar de algo que se le ha venido encima. El ambiente es mucho más alegre, y es contagioso.
En medio de la fiesta, Harry abre el huevo que contiene la pista para la segunda prueba, pero nadie saca en claro lo que significan los gritos y chirridos que salen de él. Nuestro campeón no se preocupa demasiado porque tiene hasta febrero para averiguarlo, una actitud que le terminará causando muchos problemas.
Las cosas no tardan en volver a la normalidad, lo que significa tener que seguir cuidando de los escregutos en la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. La actitud de Hagrid hacia ellos ya bordea en lo suicida, pues no presta atención al hecho de que son altamente peligrosos para sus alumnos, y accede a entrevistarse con Rita Skeeter sobre ellos a pesar de saber muy bien quién es ella y que sus escregutos son el resultado de una cruce de especies ilegal, con lo cual no es buena idea que su existencia se airee.
Aunque preocupados por Hagrid, Harry y los otros no pueden hacer mucho, y se distraen cuando Hermione les revela que ha entrado en las cocinas de Hogwarts. Los chicos están seguros de que quiere arrastrarles de nuevo al activismo de la PEDDO, pero resulta que Hermione quería llevar a Harry a las cocinas a petición de Dobby, que ahora trabaja allí.
Dobby ha cambiado bastante desde su última aparición; tal como les dijo Winky, verse libre de los Malfoy le hizo apreciar la libertad, y aunque le gusta trabajar quiere mantener la suficiente independencia para poder ser él mismo. Bien también por Dumbledore, que no tuvo el menor problema en aceptar las condiciones de Dobby e incluso le ofreció más paga y días libres de los que él quería. Dumbledore no presiona a nadie, él deja que trabajes bajo tus propias condiciones. Muchos jefes podrían tomar ejemplo.
Hermione está encantada con él, pero los otros elfos domésticos no ven con buenos ojos que Dobby tenga paga y días libres, y aunque nos resulte extraño hay que respetar su postura tanto como la de nuestro amigo elfo. De hecho, aunque no les gusta, los otros elfos no le tratan mal y no intentan convencerle de que abandone esas convicciones, al menos hasta donde podemos ver.
Por otro lado, Winky sigue afectada por su despido (más aún porque sabe lo que ha dejado en casa), y se niega a confraternizar con los otros elfos domésticos, a pesar de que comparte su opinión respecto a Dobby. Reflexionando sobre lo que ella les cuenta (que no es mucho), Harry y los otros salen de la cocina, cada uno en su propia mentalidad: Harry contento de haberse reencontrado con Dobby, Hermione esperanzada de que los elfos domésticos cambien poco a poco por la influencia del elfo libre, y Ron simplemente feliz de tener comida.
Dejemos que sean felices por el momento.
Observaciones y curiosidades:
- La reacción de Neville al huevo, y su convencimiento de que era alguien torturado con la maldición cruciatus, resultan muy reveladores.
- La opinión de Winky (y por extensión de Crouch) hacia Bagman se debe a que le pillaron pasando información a un mortífago agente doble infiltrado en el ministerio (Rookwood), pero él creía que era un amigo y no estaba conchabado con los mortífagos, así que fue absuelto y reclutado en el Ministerio, para disgusto de Crouch. Que Bagman se convirtiera en jefe de departamento sólo tuvo que inflamar aún más su desprecio.
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