Según comienzan las clases en Hogwarts, el argumento de la novela empieza a hacerse patente para Harry y para el lector. Temáticamente dividiría este capítulo en tres partes.
En la primera parte vemos cómo es la vida diaria en Hogwarts, y es de todo menos aburrida. La verdad, tener que ir a clase en un lugar que está cambiando constantemente parece algo muy frustrante, y más cuando parece que nadie se molesta en ayudar a los novatos a manejarse por el castillo. ¿No están los prefectos para eso? ¿Es que solo les dirigen del comedor a la sala común el primer día y ya está?
Aparte de eso (y de que Filch y Peeves sean unos aguafiestas), obtenemos una buena descripción de cómo son las clases, y nos hacemos una idea de lo que aprenderán en los primeros cursos: ya sabíamos que tenían Defensa contra las Artes Oscuras, Pociones y Transformaciones, pero ahora descubrimos que también darán Astronomía, Historia de la Magia, Herbología y Encantamientos. Me hubiera gustado saber un poco más aquí de la clase de Flitwick, pero en unos pocos capítulos saldrá su clase con más detalle.
La segunda parte es la clase de Pociones. Su profesor, Snape, es sin duda uno de los personajes más polémicos de la serie y que dará mucho que hablar en futuras reseñas, así que creo que es mejor dejar clara mi postura sobre él ahora para evitar malentendidos en el futuro.
No me gusta Snape. Más bien le detesto.
Sí, sé que tiene un pasado trágico y que en el fondo tiene buenas intenciones, incluso para Harry. No creo que sea fácil tener delante al hijo del hombre al que más detestas y de la mujer a la que más quieres. Pero Harry no tiene la culpa ni tampoco sabe nada de eso, y todo lo que veo en este capítulo es a un chico que está dolido y confuso porque su profesor le acosa sin ninguna razón aparente. No es de extrañar que la enemistad se acabe volviendo mutua, y es Snape quien lo empezó todo por no querer ver a Harry más que como un James junior. Irónicamente es parecido a Sirius y a Vernon en este aspecto, algo que ninguno de los tres admitiría.
Snape está convencido de que Harry es un mocoso arrogante como su padre, o incluso aún más debido a su fama, y pretende hacerle cambiar de actitud humillándolo delante de la clase, pero al final es él quien queda como un arrogante. Pregunta solamente a Harry sabiendo que no conoce las respuestas para hacerle quedar mal, y le culpa del accidente que ha tenido Neville cuando no ha tenido nada que ver. No es de extrañar que Harry acabe harto, pero sus contestaciones no hacen más que confirmarle a Snape su supuesta arrogancia.
En fin, me he alargado un poco con esta aclaración. El caso es que Snape está proyectando su odio hacia James en Harry, y esa actitud no le hace ningún favor a ninguno de los dos, especialmente en este libro.
La última parte del capítulo es el té con Hagrid, que sirve para enlazar el paquetito misterioso que el guardabosques sacó de Gringotts con el intento de robo que tuvo lugar allí ese mismo día. Aún son pequeñas pistas, pero va quedando claro que este libro no será solo sobre la vida de Harry en Hogwarts, sino que hay algo más que se va construyendo. Veremos cómo se va desarrollando esta trama.
Observaciones y curiosidades:
- Me parece bastante probable que Quirrell estuviera en las cercanías del pasillo prohibido del tercer piso para investigar las defensas que protegían la Piedra. Como era el primer día de curso, sería una de las primeras oportunidades que tendría.
- El olor a ajo de las clases de Quirrell podría ser para ocultar el olor que emitía Voldemort debajo del turbante. En la traducción tanto la clase como el turbante huelen a ajo, pero en el original parecen olores diferentes.
- Recalco lo que dije de que Snape sabía que Harry no conocía las respuestas a las preguntas que le estaba haciendo, y parece ser que estaba usando la legeremancia para averiguarlo, ya que no deja de mirarle a los ojos. ¿O tal vez se estaba recreando en los ojos verdes heredados de Lily? ¿O las dos cosas?
- El Filtro de Muertos en Vida volverá en El Misterio del Príncipe como la poción que tienen que elaborar en su primera clase de Pociones los alumnos de sexto (y que Harry clava gracias a las anotaciones del Príncipe Mestizo, alias Snape). El bezoar vuelve también en ese mismo libro; Harry lo usa para anular el veneno que toma Ron. Incluso referencian esta explicación de Snape del primer día.
- También comienzan aquí los intentos bastante penosos de Hagrid para guardar secretos. Es curioso ver cómo, por guardar a la vez el secreto de la razón del odio de Snape hacia Harry (al menos la parte que Hagrid conoce) y el de la Piedra Filosofal Harry termina suponiendo que están relacionados, cuando no tienen nada que ver.
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