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lunes, 9 de diciembre de 2019

Harry Potter y el Legado Maldito: Parte 1, Acto 2, Escenas 5-8

En Harry Potter y el Legado Maldito, Harry toma decisiones bastante cuestionables con su hijo, mientras que Albus y Scorpius consiguen cambiar el pasado, veremos si para mejor. 

Mientras buscan a los chicos Harry se encuentra con un viejo conocido, Bane. Bane nunca fue uno de los centauros más amistosos con los protagonistas (esos serían Ronan y especialmente Firenze), pero ahora se nota una cierta cordialidad entre ellos después de que lucharan juntos en la Batalla de Hogwarts.

De sus palabras se deduce que el Ministerio llegó a un acuerdo con los centauros del bosque para que ellos tuvieran el derecho exclusivo sobre el Bosque Prohibido, o al menos sobre una gran parte de él, pero ahora Harry y los demás se han metido en su territorio, y sinceramente, mientras su hijo esté desaparecido, a él no le interesan los tratados ni las promesas. Por supuesto, no desea inmiscuirse en los asuntos de los centauros, pero sus prioridades son claras.

Aunque está enfadado por la intrusión, Bane entiende el dolor de Harry y le ofrece una advertencia, una visión que él y los otros centauros han tenido sobre el futuro: una sombra negra que rodea a Albus. Lejos de calmar a Harry, esta profecía le hace perder la cabeza, y llegará a tomar muy malas decisiones al respecto.

Por su parte, Albus y Scorpius buscan un buen lugar para viajar al pasado, y se topan con unas geniales vistas de Hogwarts. Aquí se produce una escena breve pero muy significativa, en la que Albus rechaza la idea de que Hogwarts sea un lugar tan excelente, porque a él sólo le ha provocado miserias; sin embargo, para su sorpresa resulta que Scorpius tiene la opinión contraria, pues estar en Hogwarts le ha permitido tener lo que siempre quiso, un buen amigo con el que correr aventuras. El hecho de que dos personas tan diferentes puedan haber llegado a ser amigos tan cercanos es al final una parte de la magia que Hogwarts ofrece, que es distinta para cada uno.

Antes de que Ron los alcance los dos viajan al pasado, a los eventos de la primera prueba del Torneo de los Tres Magos, que revivimos principalmente mediante el animado comentario de Ludo Bagman. No oímos mucho de Ludo como comentarista durante el Torneo en El Cáliz de Fuego, y por eso ahora resulta bastante entretenido ver cómo le da salsa a todo el asunto, algo que en una obra teatral es muy importante.

Aún así, en este viaje apenas da tiempo a mucho: aunque Harry y Hermione aparecen, es sólo de pasada, y Albus no llega a reflexionar sobre las similitudes entre él y su padre a su edad, o a tratar de entender la situación en la que Harry se encontraba en ese momento de su vida. Simplemente llegan, cumplen su cometido y el giratiempo les manda de vuelta al presente, con Albus herido en el brazo (no estoy muy seguro de cómo, la verdad).

En principio no parece haber ningún cambio, salvo que Ron ahora se peina de forma más seria. Ya veremos más adelante que sí que han cambiado cosas, pero ahora mismo me pregunto hasta qué punto es Harry diferente de como era antes del cambio, y si habría tomado las mismas decisiones en la línea temporal original. 

Mientras Albus duerme en la enfermería Harry tiene una charla con el retrato de Dumbledore. Después de todas las conversaciones que tuvieron como alumno y director me resulta refrescante verles hablar de forma más igualada, con un Harry ya adulto que tiene que tomar decisiones sobre los que ahora son jóvenes. Es triste pensar en qué habría pasado si James, Luna y Albus hubieran podido conocerle en vida, y cuál habría sido su relación con la familia que Harry tiene ahora.

Lo interesante es que, como Dumbledore le recuerda a Harry, él nunca fue padre y ahora es sólo un eco del auténtico hombre, así que los consejos que pueda darle no serán demasiado fiables. A pesar de eso, Harry, acostumbrado a contar con la sabiduría de su antiguo director, se aferra a lo que oye y a la profecía que ha escuchado, y llega a una decisión terrible nacida del amor entendido de la forma más errada.

Cuando Albus despierta, Harry le informa de que no puede estar más con Scorpius, pues cree que él es la fuente de la oscuridad que le rodea, y quien le ha llevado por el mal camino (cuando, si acaso, es al contrario). Para asegurarse de que cumple con su orden le vigilará de forma constante y obligará a la directora a imponer sus reglas, y hasta le obligará a pasar su tiempo libre en la sala común de Gryffindor.

Todo esto es absolutamente horrible y me asquea sólo escribirlo; la afirmación de que "en el fondo sabes que debes estar en Gryffindor" derrocha un clasismo y una arrogancia que me cuesta creer que haya salido de Harry Potter. Esto no va a salir bien, y si esto es resultado del viaje en el tiempo, más vale que se resuelva enseguida.

Y nos falta por ver qué ha cambiado de verdad en el presente.

Observaciones y curiosidades:
  • En el original, a Viktor Krum le llaman "Krazy Krum" (crazy significa "loco" en inglés), por el parecido en los nombres. En la traducción le llaman la Fiera. A Cedric le llaman "Delicious Diggory", el Exquisito en la traducción, y a Harry el Intrépido, "Plucky Potter" en el original.

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