En el capítulo 28 de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Harry, Ron y Hermione vuelven a Hogsmeade y se meten en problemas inmediatamente, pero reciben una ayuda inesperada.
Como era de esperar, Voldemort había puesto trampas en caso de que Harry apareciese por Hogsmeade, y de haber planeado un poco lo que iban a hacer quizá no les habría pillado desprevenidos. Por otro lado, la situación conspira para dejarles en la mejor situación posible.
Tras unos tensos momentos (que confirman que la Capa de Invisibilidad es inmune a los encantamientos) los chicos pueden refugiarse en el Cabeza de Puerco, cuyo dueño, Aberforth Dumbledore, está dispuesto a cubrirles las espaldas.
Aberforth es un personaje muy curioso: siempre ha estado ahí, y de una forma o de otra acababa reapareciendo o era mencionado por alguien. Es inevitable que al compararlo con su hermano acabe en la sombra y que no parezca más que el dueño de un tugurio, pero pronto queda claro que no tiene un pelo de tonto, y que la posición que ocupa es mucho más importante de lo que parece.
Aunque insiste una y otra vez en que Harry se olvide de su hermano y sus peticiones y se ponga a salvo, y asegure que la batalla está perdida, Aberforth no cree ni una cosa ni la otra: simplemente tiene miedo de que Harry termine como acabó Ariana, y opina que arriesgar las vidas de los jóvenes no tiene sentido, cosa con la que no se puede diferir.
Durante este tiempo Aberforth ha estado vigilando a los chicos y ayudando a los alumnos de Hogwarts con provisiones y demás, además de enviar a Dobby cuando le necesitaban y cubrir a Harry y los otros esta noche. ¿Por qué, si sigue ayudando, no expresa interés en continuar la lucha, por qué parece tan derrotado?
A mi parecer, es porque su hermano es quien ha liderado la lucha: para él Albus no merece semejante confianza, no importa lo hábil o inteligente que sea, y el hecho de que haya encomendado a un joven una misión esencial y arriesgada no hace sino confirmar lo que ya sospecha, que no ha cambiado de como solía ser. Quizás por eso les cuenta la historia de Ariana, para que comprendan lo que él entiende, o cree entender.
Ya habíamos oído la historia de boca de Elphias, Muriel y Rita, todos ellos parciales de una forma o de otra, y sin la información que Aberforth tiene de primera mano, pero su versión también es parcial en lo que respecta a Albus. A pesar de lo que pudiera ser su hermano en aquel momento y cómo actuara entonces, sin duda no fue el arrogante y descuidado hermano mayor que Aberforth cree, o al menos no en tanto grado.
La realidad sobre Ariana es algo horrible, paralela la de tantas familias que se han visto obligadas a cuidar de alguien que no sólo no puede valerse por sí mismo, sino que puede llegar a suponer un peligro para todos, o incluso para sí mismo, sin pretenderlo.
Y aunque se haga lo indecible por su familia, una carga tan pesada termina por hacer mella de una forma o de otra, sobre todo en los miembros más jóvenes, que sufrirán un conflicto entre vivir la vida que quieren y aceptar la carga familiar durante toda su vida. Aberforth cree que Albus sintió alivio en parte al morir Ariana, pues eso le liberó de tener que cargar con ella, pero Harry le defiende, y eso es algo muy poderoso.
Harry se ha pasado la novela descubriendo todo lo que no sabía del director, de su héroe, de su apoyo, y asimilando que no fue siempre la fuerza incorruptible del bien en la que confiar para todo, y que, lejos de no equivocarse ni de poderse equivocar, era una persona como todas las demás, inteligente pero a veces arrogante, bueno pero con tendencias tiránicas que le llevaron por caminos turbulentos, y que se esforzó por alejarse de ese camino el resto de su vida, asustado de esa posibilidad.
Ahora se encuentra frente a frente con la persona que más podría estar de acuerdo con todo lo que ha estado sospechando de Dumbledore, y en lugar de aceptar lo que se temía, le lleva la contraria.
Se ha dado cuenta de que lo que Dumbledore hiciese en el pasado no cambia el valor de los momentos que pasaron juntos, ni las cosas que hizo por él. Ha comprendido que todo lo que pasó es precisamente la base sobre la que ha construido los medios para ser mejor, para ayudar a otros a que lo fueran. Dumbledore nunca se presentó a sí mismo como un buen hombre; fueron sus acciones las que inspiraron a otros y le convirtieron en uno.
Esperemos que pueda recordar esto, porque le esperan más momentos duros.
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