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martes, 3 de julio de 2018

Capítulo 29: El lamento del fénix

En el capítulo 29 de Harry Potter y el misterio del príncipe, nuestros protagonistas se esfuerzan por recoger los pedazos tras la tragedia.

Es complicado hacer una valoración de esto. La muerte de Dumbledore supone una pérdida incomprensible para muchos de los personajes, y sus reacciones son a cada cual más devastadora. Harry, Hagrid, McGonagall, Lupin... Todos ellos tuvieron sus propias relaciones con el director, que influyó en sus vidas de manera muy positiva, y su muerte les está afectando de manera especialmente dura.

Ginny lleva a Harry a la enfermería, donde todos están cuidando de Bill, que ha sido ferozmente atacado por Greyback. Aunque no sea igual de grave, su situación es tratada con la seriedad merecida a pesar de lo sucedido; la incertidumbre de qué efectos tendrá el ataque al no estar Greyback transformado es especialmente tensa.

Al final un gran peso en este capítulo recae sobre Lupin, que ha pasado un curso muy duro. Después de perder a otro de sus buenos amigos se sintió obligado a rechazar a Tonks cuando ella le expresó sus sentimientos por no sentirse la persona adecuada para ella, y la experiencia los ha dejado a ambos tocados. 

Tratando de alejarse de todo se infiltró en la comunidad de hombres lobo, pero no solo no consiguió convencerles de que no se unieran a Voldemort, sino que su líder, Greyback, ha atacado de forma severa a uno de sus camaradas de la Orden. Y entonces, se entera de que Dumbledore, el hombre con el que siempre pudo contar, ha muerto, y su mundo se derrumba a su alrededor.

Y, a pesar de todo, ofrece sus consejos a la familia Weasley para que pasen por esta experiencia lo mejor que puedan. Es por estas cosas por lo que Lupin es mi favorito, porque a pesar de lo desgraciada que es su vida siempre está ahí para quienes le necesitan, y por eso me agrada tanto lo que sucede a continuación.

Hago un inciso para hablar de Fleur, porque no puedo menos que aplaudirla; en medio de su horror por lo que le ha pasado a su prometido no le pasa por la cabeza en ningún momento la idea de abandonarle incluso con la posibilidad de que quede marcado de por vida, y la mera insinuación de ello por parte de Molly (que, al menos esta vez, no parecía intencionada) la lleva a la furia más absoluta.

Fleur no es tonta, y seguramente se ha estado dando cuenta de lo que piensa su futura suegra de ella, y me da que no quiso decir nada por respeto, pero todo tiene un límite. Lo más bonito de todo es que Molly se da cuenta de su error e inmediatamente se abrazan como una sola, unidas por su amor hacia Bill. Serán una gran familia.

Inspirada, Tonks hace un nuevo intento de apelar a Lupin, proclamando de nuevo su amor y sus intenciones de no querer jamás a otro hombre, entre los ánimos de todos. Lupin, una vez más, vacila, pero esta vez acabará cediendo. No le va a durar demasiado, me temo, pero quisiera que disfrutase del amor que recibe.

El capítulo finaliza con los procedimientos pertinentes tras la muerte del director; McGonagall, aunque también está afectada, cumple con su rol de directora adjunta y reúne a los jefes de las casas para valorar si Hogwarts debe seguir abierto, contando también con la opinión de Harry y Hagrid, tan cercanos a Dumbledore como ella. Al final, se decide que las clases queden suspendidas y que tras el entierro del director los alumnos regresen a sus casas.

Es la hora de despedirse.

Esta semana publicaré el texto de Pottermore de julio; irá sobre los retratos de Hogwarts, ahora que se ha añadido uno nuevo :(

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