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lunes, 25 de junio de 2018

Capítulo 28: La huida del príncipe

En el capítulo 28 de Harry Potter y el misterio del príncipe, Harry trata de alcanzar a Snape antes de que huya, pero se encuentra con un obstáculo inesperado.

Este capítulo resulta confuso, y esa debe ser la intención de Rowling. Snape y los mortífagos, tras cumplir su objetivo, tratan de huir fuera de Hogwarts para poder desaparecerse, y Harry, libre del hechizo que Dumbledore le echó, les persigue furioso.

Ni el propio Harry está seguro de por qué los persigue: a veces está deseoso de vengar la muerte de Dumbledore y la traición de Snape, mientras que en otros momentos niega que Dumbledore pueda estar muerto y desea que Snape le explique lo que está pasando. Probablemente sólo quiera alguna actividad que le impida procesar lo que acaba de ver.

En su carrera Harry se mete de lleno en la batalla entre los mortífagos y los miembros de la Orden del Fénix y el Ejército de Dumbledore, que prosigue contra los esbirros no importantes mientras Snape y Malfoy se ocupan de huir. No vemos más que unos pocos momentos, pero queda la sensación de terror, de pensar en quién más podría haber caído. Con todo, Harry no tiene tiempo para detenerse y continúa con la persecución.

No puedo dejar de asombrarme de la sangre fría de Harry, que con toda su rabia y dolor es capaz de deducir que los mortífagos no se dirigen a la Sala de los Menesteres sino a las puertas principales, y de emplear un atajo para ganar terreno, incluso recordando que tiene que saltar el escalón falso. Este es un Harry centrado completamente en su objetivo, para bien o para mal.

Y aún así, no es rival para Snape, que aunque acaba de cometer el acto más terrible de su vida, y está claramente afectado, es capaz de rechazar con facilidad los embates de Harry. Pero entonces el chico hace dos cosas que le destrozan por completo.

La primera es llamarle cobarde. Como dije en la reseña anterior, matar a Dumbledore a petición suya es el acto más valiente que ha realizado Snape en su vida, y que le llame cobarde la otra persona para la que lo está haciendo, y justo después, le rompe por dentro. Le llega donde más duele, y lo peor es que Harry le sigue llamando cobarde porque se da cuenta de que le afecta, y no se le puede reprochar.

Lo segundo es que Harry emplee los conjuros que él inventó en su contra, como hizo James antes que él. Es aquí, en el momento menos oportuno de todos y a la vez el que más, cuando se nos revela que Snape siempre fue el Príncipe Mestizo, y que la persona que tanto le ha enseñado es la misma a la que tanto desprecia, y ahora más que nunca.

Al ver a Harry usar sus conjuros contra él Snape recuerda a James y eso, unido a las acusaciones de cobardía, le hace entrar en cólera y atacar más de lo que debería. Por suerte, Buckbeak aparece y le obliga a retirarse. Y una vez desaparecido el enemigo sólo queda la pena.

Los siguientes momentos son devastadores. Harry ya no se molesta en negar lo que es evidente, y cuando Hagrid no es capaz de entenderlo él no insiste. No tiene las fuerzas. Ahora sólo le interesa confirmar lo que ya sabe, y el cuerpo de Dumbledore destrozado a los pies de la torre es algo que nadie puede negar. No hay falsedad.

No hay falsedad excepto por el supuesto horrocrux, que resulta ser una falsificación puesta por alguien para dañar a Voldemort, pero que en su lugar acabó siendo una parte importante de la muerte de la persona más capacitada para derrotarlo. Una ironía más en un libro lleno de ellas, pero esta duele más que ninguna.

Observaciones y curiosidades:
  • Como ya sabéis, el misterioso R. A. B. no es otro que Regulus Black, el hermano de Sirius. Hubo muchas teorías sobre su identidad, y Regulus fue una de las más sólidas.

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