En el capítulo 14 de Harry Potter y el misterio del príncipe, el primer partido de la temporada de quidditch trae consigo cambios cruciales para nuestros personajes.
Si por algo se caracteriza este libro, aparte de por el spoiler bien conocido, es por dejar claras las parejas entre nuestros protagonistas, para el horror de muchos fans que deseaban fervientemente que sus personajes favoritos se convirtieran en pareja, y que quedaron decepcionados como poco. Al final, esto es lo que Rowling ha decidido, y hay que aceptarlo.
Sin duda lo deja bien claro para que no haya confusión: mientras los tres pelean contra una planta carnívora en Herbología se ponen a hablar de las reuniones con Slughorn, y Ron, celoso de no ser invitado, se descarga con burlas. Cuando Hermione revela que iba a invitarle a la fiesta de Navidad que el profesor está organizando, Ron, emocionado, cambia su tono, y como es lógico Harry hace tiempo que sabía lo que estaba pasando.
Por supuesto, nuestro protagonista no ve inconvenientes en que sus dos mejores amigos empiecen a salir, pero está lógicamente preocupado de que vuelvan a pelearse, lo que se agravaría si fueran novios, con la posibilidad de romper el trío para siempre. Al final considera quedarse observando a ver qué pasa, porque ya tiene bastantes problemas de por sí.
Con el primer partido de la temporada a la vuelta de la esquina Harry tiene que sustituir a Katie, y decide pedírselo a Dean para no tener que volver a hacer pruebas, porque se le hace muy cuesta arriba. En principio todo parece ir bien con la nueva incorporación, pero a Ron le están volviendo los nervios y no hace más que cometer errores, que le llevan a la furia y a la frustración. Harry intenta animarle en pro de ganar el partido, pero todo se va al garete cuando pillan a Ginny y a Dean morreándose.
La reacción de Harry es genial: aunque hasta entonces de alguna forma había mantenido la ilusión de que Ginny era como una hermana para él, los celos de verla besando a otro hacen que algo despierte en su interior (no voy a entrar en lo que simboliza el monstruo de su pecho, eso no va a ayudar a nadie), y tiene que lidiar con los impulsos casi irrefrenables que le azotan, mientras trata de calmar a Ron con los suyos, más fraternales y de envidia.
Como es lógico, Ginny no está dispuesta a que su hermano se meta en su vida sentimental, y le suelta un discurso certero sobre sus inseguridades que sin duda le afecta mucho, especialmente la afirmación de que Hermione se besó con Krum, cuando seguramente Ron deseaba tener su primer beso con ella y que aquel fuera también el suyo, aunque no se atreviera a decirlo. Harry, que está demasiado preocupado poniendo en orden sus sentimientos, no puede ayudarle.
En los días siguientes, la autoestima de Ron ha caído en picado y está enfadado con Hermione por lo del beso por Krum, pero como no se atreverá nunca a decírselo de forma directa se pone borde hasta decir basta, no sólo con ella y con Ginny, sino con todos los demás, traduciéndose en un descenso aún mayor en su habilidad como guardián, para la desesperación de Harry.
Pienso que Harry está centrando sus pensamientos en ganar el partido como sea y así no pensar en Ginny, porque sus acciones a partir de aquí resultan muy criticables. Para empezar, en vez de hablar con Ron del asunto con seriedad, o con Ginny o Hermione para que entiendan un poco qué leches pasa, se preocupa únicamente de cómo está afectando la actitud de Ron al clima del equipo y a qué llevará eso durante el partido. Al final se le ocurre una solución, tan brillante como maquiavélica.
Conociendo a sus amigos, sabe que si finge echarle a Ron el Felix Felicis en la bebida delante de Hermione, la muchacha se enfadará e intentará impedirlo, lo que llevará a Ron a beber sólo para fastidiarla, y estará lo bastante susceptible a la posibilidad de que Harry le haya hecho beber la poción de la suerte (ayuda que el equipo tuviera suerte de verdad). Seguramente piensa que cuando les revele la verdad Ron estará contento de haberlo hecho todo él solo, y Hermione entenderá la situación y lo dejará correr.
Por supuesto, no es lo que sucede: Ron, henchido de orgullo tras una gran victoria, salta contra Hermione por supuestamente no apoyarle ni creer que pudiera hacerlo bien sin ayuda, mientras que ella se queda dolida y resentida contra él por no apreciar sus gestos, sinceros a pesar de todo. Poco después Ron se echa en los brazos de Lavender porque ella está dispuesta, y para echarle en cara a Ginny y a Hermione que hay alguien que quiere besarle.
Ginny se lo toma con deportividad (y Harry sigue luchando contra sus impulsos; el muy rápido abrazo que le da al terminar el partido tuvo que costarle mucho), pero Hermione está fuertemente afectada, y cuando se ve obligada a interactuar responde con furia y picotazos.
¿Quién tuvo la culpa de esto? Quizás más bien haya que preguntarse si hay alguien que no haya tenido culpa (quizás Hermione, pero recrear Los pájaros de Hitchcock sobre Ron no la deja en muy buen lugar por muy afectada que esté). En cualquier caso, no olvidemos que tienen dieciséis años, no van a comportarse como adultos, e incluso los adultos no suelen ser racionales en este tipo de asuntos. Sólo cabe esperar que todo vuelva a su cauce tarde o temprano.
Observaciones y curiosidades:
- En el original, cuando Hermione le dice a Ron que pueden llevar invitados a la fiesta de Slughorn, Harry nota que se había puesto colorada "por alguna razón".
- La niña que deja caer los huevos de sapo cuando Ron la aparta en el séptimo piso es Crabbe o Goyle, transformado mediante la poción multijugos y montando guardia frente a la Sala de los Menesteres.
- El conjuro oppugno viene del latín, significa "yo agredo"
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