Como ya comenté en el capítulo anterior, Harry se siente dividido por la historia que ha oído sobre Hagrid: por un lado, conoce a su amigo y sabe que él no haría daño a nadie, pero por otro conoce a su amigo y sabe que su fascinación por los monstruos a menudo tiene consecuencias desagradables, si bien nunca intencionadas.
El debate entre los protagonistas es muy razonado, con los tres ofreciendo alternativas y argumentos sólidos. Al final deciden no hablar con Hagrid del tema a menos que se produzca otro ataque, pues no ha habido ninguno desde antes de Navidad (debido a que Harry tenía el diario) y las mandrágoras están casi listas para curar a los petrificados, lo que en principio arrojará luz sobre el responsable. Es una buena precaución, aunque tengo curiosidad por lo que habría pasado de haber hablado con Hagrid en este momento.
Efectivamente, el clima en Hogwarts se está calmando por la falta de señales de más ataques, e incluso las sospechas sobre Harry se van disipando. En este momento se producen las vacaciones de Pascua, que los alumnos de segundo aprovechan escogiendo optativas para los tres años siguientes. Pueden escoger dos o tres asignaturas de las cinco disponibles (Adivinación, Aritmancia, Cuidado de Criaturas Mágicas, Runas Antiguas y Estudios Muggles).
Quizá sea un poco pronto para que los alumnos escojan optativas, sobre todo los alumnos de familia muggle, que a lo mejor no saben ni cómo funcionan los cursos avanzados en Hogwarts, mucho menos el sistema laboral en el mundo mágico. Un poco de información sobre las asignaturas no estaría mal, pues al final los chicos hacen lo que muchos en la vida real: se cogen las que cogen sus amigos, las que les recomiendan familiares o amigos, o lo echan a suertes, y no las que puedan venirles mejor para su futuro.
Después de este breve interludio vuelven los problemas; mientras Harry está en el entrenamiento de quidditch, Ginny entra en su dormitorio y lo pone todo patas arriba en busca del diario de Ryddle. Claramente la pobre chica está desesperada por lo que Harry pueda averiguar, lo bastante para no importarle dejar un rastro evidente de su búsqueda. Si hubiese sido más sigilosa Harry habría tardado más en darse cuenta de que le faltaba algo y lo que era.
Los efectos no tardan en salir a la luz: Ryddle, que ya ha averiguado lo que quería de Harry, utiliza a Ginny para atacar a Hermione, sabiendo que eso le dará a nuestro prota el ímpetu que necesita para seguir indagando en el misterio. Al mismo tiempo, ver a Harry oír de nuevo la voz que nadie más puede oír y que parece preceder a los ataques le da a Hermione la idea de que el monstruo de Slytherin pueda ser algún tipo de serpiente, y se va sola a la biblioteca a confirmarlo, poniéndose en peligro.
No es la primera vez (ni será la última) que Hermione se va a la biblioteca de repente sin decir nada, y es una de sus rarezas más fastidiosas. Si se hubiera tomado un momento para contarle a Harry y Ron sus sospechas, o haber esperado a después del partido, las cosas podrían haber sucedido de forma muy distinta.
En todo caso, hay que decir también que es gracias a sus descubrimientos que ella y Penélope Clearwater, la novia de Percy, consiguen evitar la muerte mediante un espejo de mano cuando el basilisco las ataca, un gran movimiento por parte de Hermione. El partido de quidditch se suspende por el ataque y se establece en Hogwarts un régimen de aislamiento.
Tal como Ryddle esperaba, el ataque a Hermione mueve a Harry y Ron a hablar con Hagrid, y escogen el momento oportuno para ser testigos de su reunión con Dumbledore y Cornelius Fudge, el ministro de Magia, que hace aquí su primera aparición.
Dejando a un lado los problemas de carácter que tendrá Fudge en un futuro, aquí se presenta como un político más o menos razonable. Al fin y al cabo, Hagrid no fue encarcelado por la apertura anterior de la Cámara, y no ha habido ningún movimiento contra él hasta ahora, seguramente por intervención de Dumbledore. La acción más segura es apartar a Hagrid de Hogwarts como medida de prevención, en el mejor de los casos para demostrar su inocencia. Por supuesto, usar Azkaban como prisión preventiva es una memez espectacular.
Menos razonable es Lucius Malfoy, por supuesto, que ha aprovechado la situación para atacar a Dumbledore "convenciendo" a los otros miembros del consejo escolar de cesar al director, idea que incluso Fudge considera desacertada. En cualquier caso, tanto Dumbledore como Hagrid se marchan de Hogwarts por el momento, dejando en manos de Harry y Ron resolver la situación antes de que las cosas se pongan aún peor. Por suerte, ambos les dejan una pista críptica que les será de ayuda, por más que les fastidie tener que descifrarla para que les sirva de algo. ¡Nos vemos!
Observaciones y curiosidades:
- En el original Neville no le pregunta a la gente si creen que Aritmancia es más difícil que Adivinación, sino si creen que es más difícil que Runas Antiguas. Asimismo, el libro que está leyendo Hermione cuando Harry y Ron la informan sobre el robo del diario no es sobre Adivinación, sino sobre Runas Antiguas.
- En el original Harry hace un comentario de que los entrenamientos de quidditch, si bien no necesariamente están mejorando, al menos son más secos que antes, pues el tiempo es más cálido.
- En el original a Harry se le cae el alma a los pies cuando ve a la profesora McGonagall entrando en el terreno de juego con el megáfono, pues presiente lo que se avecina. En la traducción omiten esta reacción.
- En la traducción se dice que Penélope Clearwater es una alumna de quinto; en ediciones posteriores se cambió a sexto curso, el mismo que Percy este año.
- En el original, Lucius hace una burla del modo de hablar de Hagrid, omitido en la traducción, cuando dice que ojalá se puedan evitar los asesinatos.
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