El texto de este mes trata sobre el uso de la tecnología respecto a la magia, y cómo conviven ambos. Vamos a ver qué nos cuenta Rowling:
"Cuando puedes invocar cualquier libro, instrumento o animal con un gesto de varita y la palabra ¡accio!; cuando puedes comunicarte con amigos y conocidos mediante lechuzas, fuego, patronus, vociferadores, objetos encantados como monedas, o aparecerte para visitarles en persona; cuando tu periódico tiene fotos que se mueven y los objetos cotidianos a veces hablan contigo, entonces internet no parece un lugar particularmente emocionante. Esto no significa que nunca vayas a encontrar a una bruja o mago surfeando por la red; es sólo que generalmente lo harán por una curiosidad un tanto condescendiente; o si no estarán haciendo investigación en el campo de los Estudios Muggles.
Aunque no tienen necesidad de objetos domésticos comunes como los lavavajillas o las aspiradoras, a algunos miembros de la comunidad mágica les divierte la televisión muggle, y algunos magos alborotadores llegaron tan lejos, a principios de los 80, como para iniciar una Corporación Británica de Emisiones Mágicas, con la esperanza de poder tener su propio canal de televisión. El proyecto tocó fondo en una fase temprana, ya que el Ministerio de Magia se negó a consentir la emisión de material mágico en un dispositivo muggle, lo que (según sentían) casi con seguridad garantizaría brechas serias del Estatuto Internacional del Secreto.
Algunos sintieron, y con justificación, que esa decisión fue inconsistente e injusta, ya que muchas radios han sido modificadas legalmente por la comunidad mágica para su propio uso, y emiten de forma regular programas de magos. El Ministerio concedió que los muggles frecuentemente captan fragmentos de consejos sobre, por ejemplo, cómo podar una tentácula venenosa, o la mejor forma de sacar a los gnomos del huerto de los repollos, pero argumentó que la población muggle que escucha la radio parece en general ser más tolerante, crédula o menos convencida de su buen sentido común que los espectadores muggles de televisión. Las razones para esta anomalía se estudian al detalle en el trabajo de Mordicus Egg La filosofía de lo mundano: por qué los muggles prefieren no saber. El profesor Egg argumenta con convencimiento que los muggles tienen mayor probabilidad de creer que han oído mal algo que de que están alucinando.
Hay otra razón para que la mayoría de los magos eviten los dispositivos muggles, y es cultural. La comunidad mágica se enorgullece del hecho de que no necesita los muchos (y hay que admitir ingeniosos) dispositivos que los muggles han creado para hacer lo que se puede hacer tan fácilmente con magia. Llenar tu casa con secadores y teléfonos sería visto como una admisión de deficiencia mágica.
Hay una gran excepción a la aversión general mágica hacia la tecnología muggle, y es el coche (y, en menor medida, motocicletas y trenes). Antes de la introducción del Estatuto Internacional del Secreto magos y muggles usaban el mismo tipo de transporte diario: carros tirados por caballos y barcos de vela entre ellos. La comunidad mágica se vio obligada a abandonar los vehículos tirados por caballos cuando se pasaron de moda de una forma flagrante. Es inútil negar que los magos veían con gran envidia los veloces y cómodos automóviles que empezaron a llenar las carreteras en el siglo XX, e incluso hasta el Ministerio de Magia adquirió una flota de coches, modificándolos con varios encantamientos útiles y disfrutándolos en grado sumo. Muchos magos aman los coches con una pasión infantil, y se han dado casos de magos de sangre pura que afirman no haber tocado jamás un artefacto muggle, pero que se les ha descubierto con un Rolls Royce volador en su garaje. Sin embargo, los anti muggles más extremos rechazan toda clase de transporte motorizado; el amor de Sirius Black por las motos enfurecía a sus rígidos padres."
No hay comentarios:
Publicar un comentario