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lunes, 2 de octubre de 2017

Capítulo 33: Pelea y huida

En el capítulo 33 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry y Hermione tratan de deshacerse de Umbridge para así poder ir al rescate de Sirius.

Ya he comentado varias veces que el fuerte de Hermione es la lógica: es muy buena pensando en frío o elaborando una estrategia de antemano, pero a la hora de actuar de repente le cuesta encontrar una solución que sea viable. Además, piensa demasiado en lo que sería lógico y no cuenta con los sentimientos de los involucrados tanto como debería, incluso si es capaz de reconocerlos (y sabemos que es así).

Cuando Harry le contó su visión Hermione tuvo la suficiente perspectiva para percibir la posibilidad de una trampa, y si hubieran tenido un poco de suerte (que McGonagall estuviera disponible, por ejemplo) todo habría salido bien. Por contra, su solución a tener a Umbridge en la chepa es llevarla con los centauros del bosque y esperar al inevitable desastre, confiando en su anterior declaración de que no les harán daño por ser jóvenes.

En sí, no es una mala idea: enfrentar a Umbridge con un grupo de aquellos a los que tanto odia y teme y que también son hostiles hacia los que no son como ellos es simplemente poético, y observar cómo sus amenazas caen en saco roto y no hacen más que enfadar cada vez más a los centauros es muy satisfactorio. Adiós, Umbridge. No te echaremos de menos, y ojalá no tuviéramos que verte más. Sabemos que no será así.

Con lo que Hermione no contaba es con que los centauros estuvieran tan enfadados que se propongan atacarles a ellos también a pesar de su juventud, justificándose en que ya son casi adultos y que se han beneficiado de las enseñanzas de Firenze. Cuando a Hermione se le escapa que quería utilizarlos para librarse de Umbridge (reconozcámoslo, es así), lógicamente los centauros no se lo toman nada bien. ¡Grawp al rescate!

Hagrid escapó del castillo la noche anterior, así que tiene que haber estado haciendo visitas diarias a su hermanastro para que le eche de menos tan pronto. El pobre da mucha pena, más todavía cuando Harry y Hermione se largan aprovechando la pelea entre el gigante y los centauros y pasan de él. No creo que le vayan a hacer tanto daño, pero sin duda saldrá herido, y estará solo. No mola, chicos. Si no llega a ser por la (supuesta) urgencia de la situación no les perdonaría.

Una vez solos, se encuentran rápidamente con Ron y los demás, que se han deshecho de la Brigada Inquisitorial y les han encontrado supongo que siguiendo el rastro del jaleo. Ahora que al parecer Harry ha confirmado que Sirius no está en el cuartel está deseando irse al Ministerio, pero no tiene forma de ir hasta allí. La solución les llega en forma de los thestrals, que se han acercado ante el olor de la sangre.

Ginny, Luna y Neville están dispuestos a ir con ellos y poner en buen uso lo que han aprendido en el ED, incluso si los dos últimos no saben realmente de qué va la cosa; sus amigos necesitan ayuda y eso es todo, muy digno de ellos. Por contra, Harry no quiere ponerlos en peligro, otra de sus manías; si no fuera porque sabe que es inútil, incluso intentaría que Ron y Hermione se quedaran también e ir él solo. Por supuesto, también es inútil con Ginny y los otros, que rebaten con facilidad las débiles excusas que se le ocurren. Al final, el grupo de seis se pone en marcha hacia Londres, a enfrentarse a lo que sea.

Observaciones y curiosidades:
  • El conjuro incarcero viene de latín incarcerus, que significa "atrapar" o "encarcelar". En el original inglés ese conjuro se dice incarcerous.
  • Harry piensa que de haber tenido que escoger a miembros del ED, no hubieran sido Neville, Ginny o Luna; es curioso intentar averiguar quiénes serían, si es que realmente hubiera pensado en alguien.

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