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lunes, 25 de septiembre de 2017

Capítulo 32: Por la chimenea

En el capítulo 31 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry se desespera por conseguir ayuda para rescatar a Sirius, pero todo parece interponerse en su camino.

Este capítulo es de los más tensos del libro: tras tener Harry su visión y librarse del examen, corre a avisar a la profesora McGonagall; sin embargo, resulta que la han trasladado a San Mungo, y así, parece que contactar con la Orden no va a ser posible. De Snape ni se acuerda. Cualquier sensación de tranquilidad que se pudiera sentir en el ataque de la serpiente se ha esfumado.

Agotadas sus posibilidades de recurrir a los adultos (y teniendo en cuenta cómo ha estado en este libro, es decir mucho que sea su primera opción), Harry decide ir él mismo al Departamento de Misterios, y se reúne con Ron y Hermione para explicarles la situación.

Me gusta que los dos sean críticos con lo que les cuenta Harry: aunque si es cierto el tiempo apremia, los tres saben que las probabilidades de que Voldemort capturara a Sirius y le llevara al Departamento de Misterios, nada menos que en pleno Ministerio, a la luz del día son básicamente nulas, así como la vaga sugerencia de por lo que sea que él sea la clave para conseguir el arma. En parte, Harry es consciente de todo esto, pero confía ciegamente en sus visiones y ama demasiado a su padrino como para pensar que se trata de una trampa e ignorarla sin más.

Voldemort lo sabe muy bien, y le ha puesto un cebo goloso para que no pueda resistirse. Sus amigos también lo saben, y tratan de disuadirle, pero no hay manera. Al final, Hermione consigue convencerle de comprobar si Sirius está en el cuartel antes de intentar nada mediante la chimenea de Umbridge, contando para ello con la ayuda de Ginny y Luna, que no se entera de nada pero siempre está dispuesta a ayudar. :)

No va a ser fácil, claro: no tienen tiempo de formular un plan detallado y después de la última incursión Umbridge ha aumentado las medidas de seguridad. Así, está claro que la directora no se va a creer lo que le cuente Ron sabiendo que es amigo de Harry, sobre todo si su mentira se descubre sola, y el sistema de alarma silenciosa del despacho es la guinda del pastel.

Harry consigue contactar con Grimmauld Place antes de que llegue Umbridge, pero Voldemort lo tenía previsto e hizo que Kreacher distrajera a Sirius para que pareciese que no estaba en casa. Así, el elfo hirió a Buckbeak y Sirius estaba en su habitación cuando Harry apareció, y el pobre estaba demasiado alterado para advertir lo sospechoso que resultaba todo (lo comento en las curiosidades).

De vuelta en Hogwarts, Harry descubre que Umbridge ha pasado ya a modo supervillana, reteniéndolos a todos (incluyendo a Neville, que salió en defensa de Ginny) e incluso teniéndolos amordazados para evitar que nadie se entere.

Entusiasmada (y un tanto enloquecida) de haber pillado a Harry comunicándose de manera ilegal, se empeña en sacarle de una forma o de otra con quién estaba hablando, pero él se mantiene firme, lógicamente. Umbridge recurre a Snape, y eso hace que el chaval se acuerde de que existe y que pertenece a la Orden y todo eso. La verdad, no me extraña que no pensara en él, pero creo que al menos a Hermione se le podía haber ocurrido intentar hablar con el profesor antes de colarse en el despacho de Umbridge.

Snape, aunque es cabezota e infantil por no superar que Harry entrara en sus recuerdos, se ha asegurado de que Umbridge no pueda sacarle información, dándole una poción de la verdad falsa y ahora asegurando que no puede hacer más hasta dentro de un mes (lo cual puede ser cierto, pero está claro que lo está usando como excusa), todo ello recubierto de su característica indiferencia e insultos velados, que a veces vienen bien y otras no tanto. Aun así, Harry se la juega y le hace saber lo que pasa de manera críptica para no alertar a Umbridge, una acción que les permitirá salir con vida del Ministerio, pues Snape pilló el mensaje, aunque no lo dejara ver también para no alertar a la directora. Lástima que Harry no se diera cuenta.

Perdida su ocasión de conseguir con facilidad su objetivo, a Umbridge se le va la cabeza del todo y recurre a la maldición cruciatus, soltando la bomba de que ella echó a los dementores contra Harry en verano, y que es capaz de hacer lo que vea necesario, hasta de actuar a espaldas de Fudge para lograr lo que se propone. Para alguien que hasta el momento se había presentado como una figura autoritaria pero subsirviente a su jefe, esto es un cambio muy peligroso.

Hermione se da cuenta, y finge romperse y confesar que trataban de comunicarse con Dumbledore para hacerle saber que habían terminado una supuesta arma, diciéndole a Umbridge lo que quiere oír para que se confíe y puedan escapar. Así consigue separarla de sus lacayos, dejándola a ella y a Harry en una posible posición para darle la vuelta a la tortilla, y a sus amigos de hacer lo mismo con la Brigada Inquisitorial.

Al menos, esa es la idea general.

Observaciones y curiosidades:
  • Las heridas en las manos de Kreacher son cuanto menos significativas. Recordemos que Dobby apareció una vez con vendajes similares tras quemarse los dedos con la plancha en un autocastigo.
  • Harry también debería haberse mosqueado tras la declaración de Kreacher de que Sirius nunca iba a volver del Departamento de Misterios, pues básicamente deja entrever que sabe de los planes de Voldemort.

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