Tras una semana tan dura, Harry se despierta aliviado el sábado, pues podrá disfrutar al fin de unos momentos de paz desde que empezó el curso.
Aún le sigue dando vueltas a lo de la cicatriz, así que decide enviarle una carta a Sirius. Hay que decir que se esforzó mucho en que no se pudiera sacar nada de la carta, pero quizás podría haber pensado en cómo iba a darle Sirius la información en su respuesta sin desvelársela a quien leyera la carta.
En todo caso, Harry tiene suerte en el momento escogido para mandarla y se encuentra con Cho, pudiendo al fin tener una conversación de verdad con ella, y cuando ella le defiende frente a Filch y le hace un cumplido por enfrentarse a Umbridge, Harry se queda en una nube.
El día sigue yendo bien mientras Harry y Ron entrenan juntos antes de que lleguen los demás para la práctica de quidditch, pero durante el entrenamiento las burlas de los gemelos (no con mala intención, pero en un mal momento) y la presencia nefasta de los Slytherin lleva a Ron a liarla por los nervios, culminando en un desastre de entrenamiento. El gran problema de Ron es su falta de autoestima, y colocarlo en el equipo es una buena forma de hacer que se enfrente a ello por parte de Rowling.
A partir de ese momento el clima se vuelve más tristón. Para empezar, Harry y Ron tienen que hacer todos sus deberes atrasados, y ya han perdido buena parte del sábado. Cuando están terminando el domingo por la noche, Ron recibe una carta de Percy, en la que le anima a seguir sus pasos y no verse más con Harry, declarando con total sinceridad la bondad de la política del Ministerio.
Esta carta causa un gran impacto en el grupo: Ron rechaza de plano la oferta de Percy inmediatamente, dejando claro que él va a seguir su propio camino; Hermione, al ver esto, comprende que Ron quiere estar en el equipo de quidditch para hacerse un nombre por sí mismo, y que Harry ha entendido eso y quiere ayudarle aunque le perjudique, así que se ofrece a ayudarles con los deberes.
Por su parte, Harry reflexiona sobre cómo puede cambiar la opinión que tienen otros sobre él según cambien las circunstancias, pues hace pocos meses Percy bien hubiera dicho lo contrario de lo que está diciendo ahora. En ese momento se acuerda de Sirius, que también tiene que aguantar que la gente a quien le caía bien ahora lo quiera entre rejas, y por algo que no es su culpa.
Y es entonces cuando Sirius hace acto de presencia, en la chimenea de la sala común. Como dije antes, no tiene forma de responder a Harry sin arriesgarse a pasar información, y en su aburrimiento decide jugársela y ver si los pilla solos.
Aunque no están muy conformes con sus métodos, los chicos le escuchan y reciben varias respuestas: Hagrid está de misión, como sospechaban, pero no se conoce su paradero. Sabemos un poco más de Umbridge, de su miedo a los híbridos, y que su misión es impedir que los alumnos aprendan conjuros ofensivos para que Dumbledore no pueda usarlos contra el Ministerio, por absurdo que resulte. En todo caso, no parece ser una mortífaga, lo que no impide que sea una persona horrible, como sabiamente explica Sirius.
No es tan sabio en sus constantes intentos de ponerse en riesgo para ver a los chicos, incluso proponiendo ir a Hogsmeade. Harry no está en absoluto de acuerdo, y Sirius termina marchándose molesto. Aunque no quiera reconocerlo, su estancia en Azkaban le ha hecho mucho daño psicológicamente, y en parte sigue siendo ese joven rebelde que sus compañeros ya han dejado atrás. Hay todo un ensayo psicológico que sacar del personaje de Sirius, pero ya lo iré diciendo poco a poco durante este libro.
Y así termina esta larga semana, con algunas cosas buenas, otras mucho peores y varios malos presentimientos, pues Percy ha dejado entrever que la próxima semana va a tener su propia problemática. A ver qué pasa.
Observaciones y curiosidades:
- En la carta a Sirius, Harry debería hacer referencia a la que le escribió en el segundo capítulo de El cáliz de fuego, pero en la traducción parece que habla del verano que acaba de terminar, y en el que no ha hablado de su cicatriz con Sirius por carta o siquiera en persona.
- El chivatazo que le dieron a Filch parece una excusa de Umbridge para que el conserje le confisque cualquier carta que Harry pensara enviar.
- Cho se va por el ala oeste del castillo, que es donde se encuentra la sala común de Ravenclaw.
- Es de suponer que Sturgis estaba bajo la maldición imperius y trataba de entrar en el Departamento de Misterios cuando le pillaron. Su silencio podría deberse a los efectos de la maldición.
- En el original, cuando Katie tiene que irse a la enfermería por todo lo que está sangrando, los gemelos dicen que ha debido comerse uno de sus turrones sangranarices por error (no está muy claro si le dieron la parte que no era o si la medicina reaccionó mal ante un sangrado natural). En la traducción no pillan la referencia y dicen que debe de haberse tragado un manantial de sangre por equivocación.
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