Una vez averiguado en qué consiste la segunda prueba, Harry, Ron y Hermione se enfrentan al problema en mano más evidente: Harry tiene que pasarse una hora bajo la superficie del lago, así que necesita respirar de alguna forma.
Y, al igual que la última vez, él, Ron y Hermione recurren a investigar en la biblioteca todos los libros que se les ocurran para dar con una solución. Y no es una mala idea, pero no es el estilo de Harry. Él es más de capear las cosas con la ayuda de sus amigos, que le ayudan porque él les ha ayudado antes. Sí, Ron y Hermione le están ayudando, pero los dos saben lo mismo que él, no están en posición de ayudarle.
Por contra, Hagrid y Neville podrían haberle dado alguna pista, pero Harry no quiere decepcionar a Hagrid (que está más que convencido de que lo tiene hecho) y ni se le ocurre pensar en pedir ayuda a Neville, que con su interés en la herbología podría haberle hablado de las branquialgas, como tenía pensado Barty que sucedería.
Así pues, el mortífago tiene que recurrir a Dobby, y plantea la situación para que el elfo se entere de lo que pasa y decida ayudar a su amigo. Gracias a él, Harry consigue llegar a la prueba preparado, aunque por poco se queda dormido, y entre el despertar brusco, la carga de adrenalina y las branquialgas cambiándole su sistema respiratorio sin previo aviso, puede que no estuviera en su mejor forma.
Gracias a Myrtle (otro ejemplo más de cómo Harry cuenta con sus amigos para avanzar) llega el primero a donde están los rehenes, pero en su frenesí no piensa en que no están en peligro de verdad y quiere asegurarse de que todos vuelven a la superficie antes de que se acabe el tiempo. El hecho de que los rehenes consistan en sus dos mejores amigos, la chica que le gusta y una niña de ocho años no ayuda, y tampoco que ya se haya visto en situaciones parecidas, al contrario que los otros campeones.
Al final, Harry olvida que está en una competición y termina llegando el último por esperar a que Cedric y Krum salven a sus rehenes y por ayudar a la hermana de Fleur, e incluso casi se ahoga porque los efectos de las branquialgas se le agotan en el último momento. Cuando Ron le asegura que no estaban en peligro se siente bastante idiota, porque la verdad es que era obvio. Ya digo que no estaba en su mejor forma.
Por suerte, la racha habitual de Harry en la que sus buenas intenciones le permiten compensar sus momentos menos lúcidos no termina aquí. Al ayudar a la hermana de Fleur se gana el respeto de esta, que no había conseguido llegar y estaba muerta de preocupación; y los jueces, informados de lo sucedido por la gente del agua, consideran que ha mostrado fibra moral y le dan muy buena puntuación.
Y así acaba el capítulo, con Harry cosechando los resultados de su buen karma y devolviendo lo recibido, pues se va a asegurar de que Dobby sea recompensado por ayudarle cuando más lo necesitaba. También podría agradecérselo a Myrtle, digo yo.
Observaciones y curiosidades:
- En el original, hay una pequeña explicación sobre los animagos cuando Harry los menciona.
- En el original, Dobby se refiere a la prenda que le han arrebatado a Harry como "Wheezy". Puede que, oyendo a Barty y a McGonagall hablar de los rehenes, entendiera mal el apellido Weasley.
- El conjuro relaxo (relashio en inglés) proviene del verbo francés relâcher, que significa soltar.
- Siempre me pregunto si los espectadores estuvieron viendo el lago en calma durante una hora esperando a que pasara algo (ya que los jueces no supieron lo que había pasado hasta el final, el público tampoco debería). Encima, es febrero y por la mañana temprano, en Escocia. ¡Qué frío debía hacer!
- El escarabajo que tiene Hermione en el pelo al acabar la prueba es Rita Skeeter. Qué asco.
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