Después de recordar a nuestro pesar en los anteriores capítulos cómo es la vida con los Dursley, Rowling juega con habilidad y nos presenta a continuación la vida familiar con los Weasley, que son prácticamente su antítesis. Si los Dursley son ordenados y rígidos hasta la absurdez, los Weasley son desordenados y espontáneos; mientras que los Dursley son muy intolerantes con lo que no se les asemeja, los Weasley son agradables y tolerantes con sus invitados. No es de extrañar que Harry encaje mucho mejor aquí que en su casa.
Pero me estoy adelantando. Primero quiero hablar de la huida en sí, que es estupenda. No espero menos de Fred y George que el que aprendan trucos sin magia para manejarse, sobre todo si no pueden usar hechizos durante las vacaciones. A pesar de todo, el intento fue un tanto improvisado y no me extrañaría que algún vecino les hubiera visto. Es raro también que los Dursley le dieran la bienvenida a Harry en junio después de eso, pero en fin.
No les va tan bien cuando llegan a la Madriguera: por mucho que respete a Fred y George, su plan tiene unos cuantos fallos garrafales: dejando aparte el hecho de que creen que nadie querrá saber cómo ha llegado Harry a la casa, hay que tener en cuenta que en su casa tienen un reloj que literalmente dice dónde está cada uno. Esperaba más de los gemelos, que ya tienen catorce años.
Por otro lado, en este capítulo llegamos a conocer más a sus padres, cuando hasta el momento no sabíamos de ellos más que unos pocos apuntes. Molly Weasley es muy amable y quiere mucho a sus hijos, pero está claro que no es buena idea enfadarla, sabe imponerse frente a tanto niño. Trata muy bien a Harry y sabe que no tuvo tanto que ver en la idea de los chicos como que tuvo que subirse al carro, literalmente. Me hubiera gustado ver cómo hubiera intentado convencer a los Dursley para que dejasen irse a su sobrino.
Arthur Weasley es el complemento ideal para su mujer; es más relajado y levanta la voz pocas veces, pero cuidado si le haces enfadar. Está menos en casa pero se nota que quiere mucho a su familia. No trata a Harry con desdén ni tampoco como a alguien famoso, sino simplemente como al amigo de su hijo. Su interés por lo muggle le separa de los otros magos, que a menudo sienten desprecio por ellos o los ignoran. Arthur tiene curiosidad por ellos, y si bien sus esfuerzos por aprender cómo viven son infructuosos, son también bienintencionados.
Tras un rápido vistazo a los extraños actos de Ginny y Percy (el amor...) acabamos el capítulo en la habitación de Ron, que es como debe ser el cuarto de un chico de su edad, con sus cómics y sus pósteres deportivos, salvando las distancias. No es de extrañar que Harry piense que es la mejor casa que ha visto nunca, después de volver a padecer a los Dursley nadie se lo discute.
Observaciones y curiosidades:
- Si lo piensas un momento, Harry tuvo que pasarse todo este capítulo en pijama, y a lo mejor Ron, Fred y George también.
- Curiosamente, Harry y los Weasley aciertan al creer que Dobby es el elfo de los Malfoy, aunque se equivocan en sus motivos para visitar a Harry.
- La razón por la que Percy es tan reclusivo es porque se está carteando con su novia, Penélope Clearwater, que también es prefecta. Bueno, también puede ser que esté puliendo su insignia de prefecto mientras piensa en ella...
- En el original, a Ron le da tiempo a decir que duerme en la planta más alta antes de ver a su madre, en la traducción no llega a eso.
- Mundungus Fletcher, de quien habla Arthur cuando llega a casa, será un miembro de la Orden del Fénix, y sabremos más de él a partir del quinto libro.
- En el original, Ron no dice que Ginny no se esconde normalmente, sino que nunca se calla.